Suena el despertador, han pasado simplemente unas pocas horas desde que mi cabeza se dejó caer sobre un cojín verde y mis oídos comienzan a vibrar con el sonido incesante de la alarma, No mucho tiempo atrás ese ruido marcaba el inicio de una rutina desesperante que marcaba pesadamente mi vida cotidiana, pero hoy el sonido era totalmente diferente, el ambiente era frío y los cristales de la ventana estaban completamente empañados, al dirigirme al lavabo tropecé con mi cara reflejada en el espejo y me contemplé, me vi diferente… cansado, ojeroso pero con un brillo diferente en mi mirada, el viento silbaba en mis tímpanos y el cambio estaba más cerca de lo que en un principio pensaba…
Cinco semanas pasan demasiado rápido cuando el final te resulta aterrador, muchas risas, llantos y ausencias habían pasado eléctricamente delante de mis ojos, de mi mirada que ahora se reflejaba brillante en aquel espejo. Algo había cambiado, algo diferente a lo que existía dentro de mi seis semanas antes había resurgido del rincón más oscuro de mi ser y ahora me hacía por fin sentir una brisa a mi favor que no sentía, que extrañaba…
Dos horas después … Una firma, otra firma y una tercera firma sobre la documentación que estaba esperando, deseoso de escapar de la angustia que me oprimía, de escapar de la rutina que me marcaba desde hacía demasiado tiempo.
Y sonreí y respiré ese oxigeno que estaba y no notaba,
Y grité con la voz muda de mi mente para no despertarme del sueño en el que me encontraba, para que nada alterara lo más mínimo mi consciencia.
Volví a respirar lentamente, notando como el aire acariciaba suavemente mis labios al introducirse meloso en mis pulmones mientras me repetía a mi mismo…
En el pozo más profundo y oscuro,
La simple luz de una luciérnaga es capaz de iluminar el mundo.
|