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Cadaqués, a 6 de Enero de 1925.

Querido diario,

Largo tiempo estuve sin visitarte. Pero hoy es día de Reyes y cumplo diecisiete. Bien quisiera que fuese un gran día y sin embargo no veo mucha cosa nueva en mi vida.

Ya te jode de lo lindo haber nacido un día de fiesta. ¡Suelen ofrecerte un regalo único por los dos acontecimientos!

Me acaban de dar los míos: papá me ha regalado un camafeo con el retrato de mamá que me ha hecho llorar. Madre - es decir mi tía, la segunda esposa de papá - un costurero nuevo; en cuanto a Salvador, se dignó comprarme un traje de baño de moda bastante chulo.

Pero volvamos a mi vida. En las Escuelas Pías, tengo las mismas amigas que el año pasado y casi los mismos profesores. Y sigo con buenas notas. Le tanteo el terreno a papá para saber si me dejaría ir a estudiar inglés en Londres. No lo veo fácil.

Entonces, ¿qué? ¿Nada? Bueno, sí, he cambiado de confesor; el padre Torrent se ha jubilado y lo ha sustituido un vicario más joven, Mosén Serrat. Me impresiona; no se lo digo todo. De toda manera, no suelo tener sino pecados veniales por confesar. En mi vida escasean demasiado las ocasiones de cometer pecados mortales. Entre madre que cuida de mí como si tuviera diez años y sus amigas que me vigilan como la leche en el fuego, difícilmente podría dar un traspié.

Éste es el problema: en mi vida no ocurre nada interesante. Entre misa, clase, rosario, tapiz y bordado, además de la lectura de las novelas bienpensantes que me permiten mis padres, me aburro que es un asco.

Y mientrás tanto, ¡está Salvador haciendo locuras en Madrid! Más injusto no puede ser. Yo quisiera ser un chico : a ellos se les permite cualquier cosa: beber, fumar, seducir o siquiera estudiar Arte. Si se me hubiese antojado tomar lecciones de dibujo o pintura como Salvador, ¡era la repanocha! ¡Para meterme en el convento, seguro!

A mí me gustaría mucho, por cierto, pero de todas maneras, nunca podré igualar a mi hermano. Lo han echado de San Fernando, por segunda vez. Ésta fue por manifestarse en contra del nombramiento de un profesor, pintor malísimo en su opinión. Y yo creo que es verdad. Es Salvador mejor artista que ese pintamonas.

Desde su regreso a casa, ha hecho varios retratos de mí, pero es curioso, en la mayor parte estoy de espaldas. Le he preguntado si era que yo le daba vergüenza, si me tomaba como modelo a falta de algo mejor. Me ha contestado que no, todo lo contrario, es que temo no poder pintarte todo lo bella que eres. No lo creí, claro. Es tan raro a veces. Genial, pero raro.

El 11 de mayo que viene, cumplirá veintiún años y ya está preparando su primera exposición personal en la Galería Dalmau de Barcelona. Es para noviembre : 17 obras... Eso será lo que lo preocupa. Desde que trata con García Lorca, Buñuel y los demás de la Ciudad Universitaria, ha cambiado por completo. Se ha tornado rebelde y "vanguardista", como dice. Y anarquista una mica també. Lo detuvo la policía, hace poco. Por suerte, pudo hacerlo liberar papá.

Yo también quiero volverme rebelde, pero todavía no he encontrado cómo.

Aunque... Hemos venido toda la familia a pasar las Navidades en nuestra casa de Cadaqués, y por de pronto, aquí está Salvador con Federico. Hubiera querido estar a solas con ellos, pero madre se opuso firmemente y le ha cedido papá. Yo les paso a mecanografía los textos. Participo en sus juegos imbéciles. Ensayamos escenas de Mariana Pineda que está terminando Federico. Nos bañamos en Port Lligat, cuando lo permite el tiempo. Vamos de caminata en bici o andando al Cabo Creus. También viene Luis de vez en cuando. Es hermoso y fuerte. Practica boxeo. Salvador ha pintado de él un retrato magnífico. "Le obseden las mujeres", dice mi hermano, "ten cuidado con él".

De todas maneras, a mí es Federico quien me interesa. Su tenebrosa mirada, su lenguaje florido y misterioso, sus dotes musicales. Nos llevamos bien. Por desdicha, somos amigos, nada más. Me llama "hermanita". "Te dará calabazas" me ha dicho mi hermano, sin darme el porqué. ¡Como si yo no hubiera percibido las enamoradas miradas que le va dedicando Federico cada dos por tres!

El otro día, tomé a mi hermano a solas y le pedí sin rodeos si se acostaba con Federico. Se horrorizó y me dijo con esa grandilocuencia suya : "No me acuesto con nadie y menos todavía con los a quienes quiero". Lo he creído.

Pero también creo que Federico es realmente homosexual e incapaz de amar físicamente a una mujer. ¡Menuda suerte la mía!

Hace poco, estaba mirando por la ventana del comedor pensando en todo esto. Acababa de echar las migajas de la comida que habían quedado en la mesa. Tenía el trapo puesto en el alfeizar. Hacía fresco. Una brisa blanqueaba la superficie del agua y levantaba un poco las cortinas. Estaba el cuarto en la sombra, pero una luminosa claridad de invierno bañaba el paisaje delante de mí. Un velero diminuto navegaba en la bahía, delante de la ribera. Y de pronto se paralizó el tiempo.

Yo estaba con Federico en una playa desierta. Andábamos juntos, descalzos en la arena. Él me recitaba su último romance : La Casada infiel.

"Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua
me sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
Le regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río."

Cuando se calló, en el chapoteo recobrado de la bahía, durante un instante fui esta mujer y sentí un estremecimiento de todo mi ser. Luego, ¡surgió la fulgurante conciencia de haber tenido el primor de una obra maestra que superaba tanto mi destino personal! Sí, Federico y Salvador bien eran del mismo temple, el de los genios, y tenía que felicitarme por estar a su lado, cualquiera que fuese mi suerte. Le agarré la mano y la besé.

— ¿Qué haces? dijo retirándola con viveza.
— Saludo a nuestro más ilustre poeta.

Sonrió, pero no me contestó nada.

Fue una sensación de frío la que finalmente me sacó del ensueño y me trajo a mi cuarto para confiarte todo esto.

Hasta pronto, querido diario.

©Pierre-Alain GASSE, junio de 2011.
http://pierrealaingasse.fr/esp/

Texto agregado el 28-11-2012, y leído por 111 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
28-11-2012 Ana María Dalí escribió sobre su hermano, el libro tiene 17 capítulos y es una hermosa historia. Carmen-Valdes
 
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