Cuanto daría por escucharte una vez mas, dije hacia mis adentros mientras mis ojos perdidos veían oscurecerse la pantalla del monitor; pensaba en las palabras que me recordaban tu voz de señora solitaria, lejana y quizás sin que nadie aparte de mi conociera de tu mas profundo dolor, desee en ese instante ser un simple sueño que no necesitara de riqueza ni de existencia física alguna para estar ahí contigo, ser tu caballero azul o tan solo el hombre al que recuerdas y que te hace sonreír.
Para cuando regreso a mi realidad contemplo en silencio como cae la noche y con ella la rutina de mi soledad, pienso en ti cada instante tratando de mentirme a mi mismo aunque se que al terminar de preparar el lugar al que llamo “cama” el desierto que rodea mi vida no durara en aprovecharse y burlarse de mi, arrastrándome a un frio vacio que recorre mi cuerpo y al silencio que cada noche susurra a mi oído la misma confesión. Es en mis sueños en los cuales creo hablar con Dios que le pido que tu existencia no sea solo un engaño más de la idea virtual de mi vida, no le miento a él cuando le digo que llegaste en el momento justo en el que deseaba que él viniera por mi, y a pesar de mi triste y vacía existencia tu presencia me proporcionaba la esperanza de un día mejor.
Abrí mis ojos, notando repentinamente que un nuevo amanecer había llegado, suspire tratando de fingir que seria lo más natural para un hombre convencido de tener en algún lugar un amor profundo y especial, lejos de los miedos que en la mañana me esperan al salir de mi encierro o del pequeño lugar que me aísla del mundo real detrás de la puerta; ya hace tiempo que olvide como simular una sonrisa, como crear una idea auténtica que me alegre todo el día.
Ha llegado la tarde y con ella la esperanza de encontrarte de nuevo en línea, siento una enorme impaciencia por que llegue la hora de cerrar este lugar, quedarme solo y dedicarme a ti, verte, escucharte y así darle un poco de ilusión a mi ingenuo corazón. Mientras llega la hora, mis pensamientos se elevan hasta el cielo y buscan esa luz que tanto extrañan, ven unos ojos dulces en un cuerpo celestial al que le preguntan: ¿Por que has robado un trozo de mi vida?, ¿por que te has llevado mi alegría y solo me has dejado esperanzas?, ¿Por qué?, ¿Por qué?...
Termina otra jornada y con ello la hora tan esperada, tomo asiento ante aquel aparato, sin hacer preguntas sintiéndome inadvertido entre los otros asistentes a la sala de chat, al encontrarte mi silencio parece traducirse en ausencia, no tratas palabra alguna conmigo y yo me siento congelado, mudo y pensativo, deseoso de confesarte lo que siento por ti pero estoy rodeado de múltiples miedos a perder, se me sigue olvidando que tu has pasado algo igual, que al igual que yo buscas una oportunidad de ser amada sinceramente y que tal vez este silencio que ambos mantenemos sea la puerta a encontrarnos recorriendo el mismo camino; Tomo la iniciativa y el valor de escribirte con un hermoso verso de Neruda lo que deseo encontrar en ti, jurándote que de mi parte olvidaras el dolor de un engaño, colocando en tus manos mis mas intimas esperanzas aun cuando mis dedos estén temblando de miedo, me arriesgo a ojos cerrados a escribirte todo lo que me has hecho sentir todos estos meses pues pienso que si dejo pasar un mañana quizás para ese mañana sea tarde; pienso en la vida que va pasando y en este mundo de mentiras en el que navego el que podría durar para siempre, así que desaprovechar es solo una opción de tantas, cometer el mismo error que tanto mas daño podría provocar, tambaleándome por años entre mentiras y traiciones que han hecho de mi un hombre amargado y solitario, quizás el destino este conspirando en contra y nos este brindando una oportunidad de traicionar a la soledad.
Mi corazón se acelera enormemente al ver tus palabras, me dices que no importa que me halla robado un buen pedazo de tu vida, que me dedicación a conquistarte sin pretenderlo a logrado despojarte de tus miedos, que has empezado a despertar envidias entre tus amistades y que al igual que yo vives marcando las horas para vernos, que has incluso escrito un cuento con todo lo que hemos pasado para que esto viva en nuestros recuerdos, que te duele mas vivir sin verme que todo el dolor que otro causo por que yo he sido tu alivio a ello.
Respondí sin dudar más, que me encantaría sentarme en tu mesa a tomar un café, contemplar tu rostro sonreír, acercarme a ti y sentir tu respiración, decirte al oído que vine a buscarte para quedarme contigo para siempre, llevarte al cuarto donde nos metemos a la cama y hacerte el amor de tal modo que me extrañes al despertar y notar que simplemente nunca estuve ahí.
Esas palabras entre los dos se convirtieron en promesa y en unos meses mas en una realidad, hoy estoy aquí contigo sentado en tu mesa, contemplando tu hermoso rostro de mujer feliz, me acerco a ti para sentir tu agitada respiración y te susurro al oído que deseo ser tu alegría, tu necesidad, tu obra maestra o simplemente el hombre que en común acuerdo será tu amor por toda la eternidad.
Gracias esposa mía, por ser tu para mi lo que siempre desee ser yo para ti, me cambiaste las vida entera, me llenaste de locura, me rebosaste de esperanzas, por dedicarme tanto amor, por ser quien me hizo enamorarme de la mejor mujer que aquel ser celestial puso en mi mismo camino, solo pido perdón por todas las lagrimas que derrame para escribirte este bello cuento dedicado a ti.
Tu esposito, Carlos A. Díaz Reales Noviembre 15 del 2012
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