Sólo le pido a Dios,
que cuando mueras,
por leyes rigurosas
de la vida,
te dé con su bondad
oportunidades
de que vuelvas al mundo
sorprendida:
de que llegues “mujer”
y para colmo
varias veces parida.
Le pido que te ubique
en una casa
que no sea muy holgada,
que madrugues con fe,
que atiendas todos
los juegos de tus hijos,
que debas trabajar fuera de ellos,
que tengas que dejarlos con extraños
y que llegues cansada
por las noches
a arrullarlos, despacio.
Que tu esposo regrese
a medianoche,
que se eche tragos porque está estresado,
que tengas un amante acalorado
que te complique todo,
celoso, humillador, y como postre
mentiroso y porfiado.
Sólo le pido a Dios que te enamores
del hombre equivocado,
ése que no te entiende,
que te inventa aventuras,
que obvia tu enfermedad, que sólo ansía
el sexo complicado.
Porque sólo si vienes en el cuerpo
de una madre amorosa,
de una hija devota,
de una hermana sufrida,
de una hembra parida
y de una amante idiota
podrás un día entenderme.
¡Eso anhelo… “querida”!
(En respuesta a sus comentarios, la poesía está escrita para un hombre...)
|