A veces, cuando sueño,
sucede que me canso.
Por suerte vos me crees.
Una arritmia en el arco iris
ocurrió de nuevo anoche.
Se diluvió el amanecer
sobre mi cuarto cerrado.
El barrio, sin sus perros
navegó en una cubeta,
ríos de bostezo ácido
distrajeron a los dioses,
arrastrando sus manías
de obstaculizar deleites.
Juntos los dos aramos
la mar del deseo vivo,
en esa romanza ritual
que, rebelde, nos reencarna
en armonioso aislamiento
de osados y nuevos amores.
Cesó la procesión lluviosa
y el desenfreno se torno
calma brisa de verbena.
Texto agregado el 25-11-2012, y leído por 329
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