Siento la desesperación por el cambio profundo de perspectiva de vida o de altura de alma, ya no escucho las voces que antes me hacían sonreír al mirar, ¿qué las opacó?. El tiempo, estoy seguro, hará que vuelvan y con más fuerza, pero ¿puede el viento dar vuelta mis pasos? Quiero la vena llena de sol, quiero sentir los huesos explotar y volver a contraer mi cuerpo para saltar más profundo sintiendo la caída cada vez más dentro de mi cabeza, pero improvisando siempre el aterrizaje.
Mirar esa esquina me hace pensar en mis otros yo, aunque no existen, pero debo inventármelos para darme excusas sobre mis pobres actos que no ayudan a esta escena de luz baja y música alta, solo sin silencio mirando, pensando, escribiendo, casi respirando, casi entendiendo lo que no quiero saber, con frío y sueños que no me dejan descansar, aunque ¿descansar de qué?, de tanto quejarme de no pensar claramente cuando miro lo lejos que estoy pretendiendo ser fuerte.
Mis deseos de ruido ahora cada vez más oscuros son los deseos de cumplir sueños de los únicos recuerdos de infancia que ahora marcan mi cara enrojeciendo mis ojos de rabia por la sangre de donde vengo y que es la que me hace cerrar los ojos cuando aparece la luz de una nueva meta en lo más extremo de mis pies y que parece ser tan simple, pero no lo es, y son sólo risas las que encuentro, mas no vienen de aquí sino de más arriba, en lo más viejo y disidente de mi propio día.