Adoro tus pies
Un día,
por encontrarte algún defecto,
te susurré al oído,
que no me gustaban tus pies.
No quisiste ponerte más
aquellas sandalias de corcho,
que te quedaban tan bien.
Están en el armario,
donde las dejaste,
esperando que las lleves
a bailar contigo.
Recuerdo como corrías de espaldas,
meneando la cabeza
de lado a lado,
al contrario de tu pelo libre,
que bailaba al son de tu sonrisa,
mientras me mirabas y decías:
¡Déjate de Cibeles y Museos del Prado,
y vamos a comernos unos callos!
Recuerdo el brillo de nuestros corazones
en la taberna de Gigia,
hablando de tonterías,
paseando La Gran Vía,
con aquel osito blanco
que era mayor que tú.
Como si estuviéramos solos,
como si solo existiéramos tú y yo,
entre la gente seria…
Alma,
por buscarte algún defecto,
te susurré al oído,
que no me gustaba
que no me quisieras del todo…
Que fueras tan libre,
tan pasajera…
Recuerdo como cogías mi mano
sin soltarla un segundo,
y la apretabas cuando sentías que dudaba,
y la acariciabas cuando veías que te amaba.
Recuerdo tus pies
que me llevaron por Madrid,
aquel miércoles,
de aquel invierno,
por aquella nube que fue nuestro cielo…
Aguilagris
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