Mi madre tocó a mi padre y le dijo quedo: tengo dolores...El le dijo: espera a mañana y se volteó para continuar durmiendo.Ella aguantó cuanto pudo hasta que se le escapó un alarido desgarrador,profundo, que retumbó en la casa y salió impelido al exterior expandiéndose por los aires, estallando en el palmar vecino , fraccionándose, como esquirlas de una magnifica explosión, en múltiples ecos, despertando gentes y creando un caos de confusión y espanto entre animales,perros y aves. Era un resorte el hombre: un manojo de nervios catapulteado en medio de la estancia en penumbras,asustado y medio dormido.La puerta gimió en sus goznes y se abrió estrepitosamente entrando, la que sería mi abuela, a la alcohoba matrimonial sin previo aviso.La mujer encinta retorcíase,como gusano, en un extremo de la cama.Ella palpó las sabanas y estaban húmedas,excesivamente húmedas. Había roto la fuente.Papino corre...(gritó imperiosa mi abuela) tu mujer está puesta a parto! .La casa despertó a la pesadilla de los sueños y de las innumerables alcohobas brotaron, como por obra de encantamiento, párvulos adormilados, doncellas en trajes de dormir,tíos en calzones y hasta peones en disposición de cabalgar.El bisabuelo Pelaéz , como cualquier otro, estaba en la línea del frente,vestido y calzado con sus veteranas polainas de campaña.Con aire marcial preguntó: Qué pasa señores mios...pero su pregunta la ahogó el sordo murmullo de gentes y el formidable ruidaje del Ford 58 al morder la grava del camino real con su urgida carga humana a bordo.Atrás quedaron ellos... a la expectativa del nacimiento del primogénito,mientras los contornos de la enorme casona desaparecían,a la luz de la luna, borrados por una intensa nube de polvo .La comadrona,al ser llamada, llegó presurosa, pero tardíamente, ya para entonces el Ford 58 había vencido buena parte del trayecto transitando a alta velocidad por callejuelas desiertas.Mi madre gemía desconsolada atenazada por los dolores del parto, tenía los labios partidos por sus propias mordeduras.Mi abuela la consolaba como podía y le enjugaba el frío sudor de la frente con un paño.La clínica Loreto estaba ahí, en la penúltima farola del alumbrado público,en una calle que parecía infinita.Mi madre pensó que tal vez era demasiado tarde,que no llegaría jamás a su destino o expulsaba lo que tenía que parir allí mismo en el asiento trasero del coche o moriría irremediablemente en el intento,acalambrada ,sin fuerzas y ahogada en sus propios líquidos.Un chirrido sobre el asfalto a la entrada de urgencias...llantas quemadas y una reprimenda para el nervioso conductor.Dios mio...Papino nos vas a matar ... qué maneras de conducir son esas..! Un portazo... un hombre desesperado que va por ayuda.Una camilla,una enfermera y la parturienta es llevada de inmediato al salón de parto.De sus extrañas brota lentamente un pie,luego un testículo enorme,un cuerpo distrófico y por último la cabeza.Está pariendo! gritó mi abuela llena de júbilo,está naciendo el primogénito!,más que rápido,van casi troteando y el cortejo entra sofocado al salón de parto.El médico de guardia se hace cargo.Cosa insólita este bebé nació de pie,cómo es posible...en qué momento se dió la vuelta en el vientre materno sin enredarse con el cordón umbilical,debería haber venido al mundo de cabeza como lo hacen la mayoría de los bebés.Al verme en manos del médico mi abuela no pudo evitar su frustración: es un renacuajo... no llega ni a siete libras de peso,no tiene cuerpo para resistir tanto cariño...somos mucho para un sólo bebé.No se preocupe señora,le dijo la enfermera a modo de consuelo,Napoleón nació sietemesino y conquistó a Europa.Mi abuela suspiró aliviada,bueno eso es cierto,además mis vacas dan muy buena leche... a como se crían los becerros en la finca,no es de dudar que el primogénito a los seis meses sea un trozo de muchacho fuerte y saludable,así como mis becerros.Además tengo cuatro muchachas casaderas y tres más empinándose.Si éste no resulta ya vendrán otros...