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Después de una fiera lucha interna, he decidido sacar del olvido lo que en un momento de mi vida creí ser un gran aporte. Y al llamarle vida a esa etapa incurro en un error que solo resuelve lo aprendido, por considerarlo parte de mi personalidad. Fue un tiempo formativo y vegetativo a la vez porque gran parte del quehacer, lo convertía en gastar minutos y horas en cosas que hoy pudieran ser más fuertes en mis cimientos. Inmerso en ese desorden fue cuándo me hablaron de Pérez. El joven sabio que después de unos cuantos tragos sufría una especie de metamorfosis.

Le ví llegar sin expuesta rapidez una tarde calenturienta del verano del 78 a mi esquina favorita de Ciudad Nueva y supe, de inmediato, que sería mi amigo. Era alto y erguido, delgado sí se quiere, pero de fortaleza antiatlética. Calzaba botas texanas y vestía jeans con guayaberas mangas largas, sobre cuyo cuello, caía una melena dónde ya comenzaba a imperar el gris. Con un rostro largo y portador a ambos lados de un acné juvenil retrasado en su evolución. Sin embargo, lo desproporcionado en su cara era su nariz, espinosa también y grande al acercarse a la boca, pero con tendencia a disminuir conforme su faz ganaba la visión del perfil.

Su voz era un trueno y pienso que de no haber sido por su inclinación al estrado, habría descollado en la radio. Cuando se lo signifiqué, se lo atribuyó al cuidado que implica la pronunciación en el idioma francés. Y efectivamente, se relamía los labios al paladear las herramientas básicas de la lengua galicista. Cómo estudiante de derecho que era y por nuestra tierra haber tenido vigente un código judicial que se amparaba en las leyes francesas, debía estudiarse a fondo esa lengua. Aúnque su fuerte eran los litigios y por ende el roce con los clientes potenciales, su carrera universitaria se había estancado en lo académico, al punto de que podía hacer lo que los abogados en ejercicio rechazaban, pero les vendían sus firmas.

Ciertamente, el desarrollar la capacidad de producir dinero andando apenas por menos de la mitad del pensum, le abrió la puerta a la vida noturna y, a la vez, lo disminuyó como alumno. Pero debía fungir como miembro de la facultad de derecho para mantener el estatus de abogado en cierne. Entonces, estaba forzado a jugar con la parte práctica de la carrera y también ser coherente con la cultura y la versatilidad verbal de un profesional de la abogacía. Y así le conocí. En verdad Pérez era muy ducho en el aspecto histórico universal y muy actualizado en política nacional y foránea. También sorprendentemente idóneo en el planteo de sus temáticas.

El tiempo transcurrió y de tarde en tarde y mediante sus iniciativas, fue ganando espacio una amistad que se alejaba paulatinamente del inexplicable cambio brusco en su comportamiento y del que fuí advertido. Y hubo tragos....y cenas, alegrías y fiestas, sin que de su boca saliera un término obsceno y una frase mal estructurada. Al contrario, con él aprendí que el buen gusto no debe decaer y que la compostura, sí se posée, nunca se pierde. Afinó mi sentido de lector y reorientó mi percepción al asimilar la idea central en un diálogo o cualquier tipo de conversación.

Nunca olvidaré que Pérez decía que al conversar se va construyendo una parte oculta, cuyo tamaño crece con el avance de las intervenciones de los participantes y que la misma constituye una gran dificultad en el aprendizaje de otra lengua. Eso lo entendí a cabalidad, pero me quedé sin vivir 'su metamorfosis'.





Texto agregado el 22-11-2012, y leído por 279 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
15-01-2013 Genial desde tu historia hasta tu personaje destilan un olor a (Márquez) que envuelve todo, atrae y deslumbra la fuerza narrativa, un regalo un hallazgo difícil de encontrar, prosa precisa y un desarrollo impecable hacen de tu narración unA completa crónica presta para un interesante cuento, GRACIAS PORTU REGALO rolandofa
08-12-2012 Muybien. Si eñor. KIRSTACK
23-11-2012 1. Pues, también me quedé con ganas de ver su metamorfosis, pero sí me encantó el lenguaje de altura y bien empleado que se exhibe en esta narrativa. Me gustó muchísimo, la elegancia con la cual plasmas las descripciones para retratar a Pérez. SOFIAMA
23-11-2012 2. Es algo así, como si tú, como escritor, hablaras internalizando el estilo del personaje descrito para que tus lectores comprendamos de un solo plumazo, la personalidad del sujeto-autor de la obra. Me fascinó Pequito. Hacía tiempo que no escribías, pero valió la pena esperar. Un abrazo refull. SOFIAMA
 
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