"Confía ciegamente en quien busca la verdad
pero desconfía totalmente en quien afirme haberla encontrado"
Dicho popular
El silencio y el calor en la pequeña sala de la cárcel de Bower en Córdoba, incomodaban tremendamente al Dr. Joaquín Gómez. Su cliente, un hombre de edad indescifrable pero seguramente mayor lo observaba impávido sentado y esposado del otro lado de la mesa.
Joaquín incómodo repitió la pregunta:
- Señor García...está seguro de entender sus derechos?
García lo escudriño con la mirada, parecía que sus ojos lo atravesaban dejando sus pensamientos al desnudo. Unos segundos después carraspeó.
- ¿Derechos?
- Si - afirmo el abogado - derecho a la justicia, a defenderse... se lo acusa de crímenes.
- ¡Ah! - dijo irónico García - pero si hay justicia y tengo el derecho a defenderme, ¡entonces no hay caso ya que soy inocente!...
- ¡Señor! - dijo irritado el abogado, mirando su reloj - Tengo menos de una hora para armar su defensa, Ud. ha asesinado a media docena de policías y otros tantos gendarmes...
- Ellos mataron a Ghandi - replicó el hombre tranquilamente.
- ¿Eh?, ¿Ghandi?
- Si, Ghandi, mi compañero y amigo, mi perro ovejero alemán.
El abogado pasó las hojas releyendo presuroso las declaraciones policiales y lo miró intrigado.
- Ghandi era solo un perro y además atacó a las fuerzas policiales, ¡a seres humanos!.
García lo miró con tristeza y le dijo:
- Ghandi era mucho más que un perro, Ud. jamás lo entendería, además el no atacó, el defendió nuestro territorio, me defendió a mí de sus "seres humanos".
El abogado suspiró preocupado, su estrategia de obtener algo de este extraño hombre se caía a pedazos. Intento abordarlo por otro ángulo.
- Ud. abandonó su hogar, familia y trabajo hace más de ocho años. Es más, se lo dio por desaparecido. Su familia lo dio por muerto.
- Es que realmente es verdad, "morí y nací de vuelta" - contesto enigmático.
- ¿Que le paso? - pregunto el abogado presintiendo que el hombre iba a hablar.
García lo miró nuevamente a los ojos y sonriendo le pregunto:
- ¿Tiene calor?
- Si - confeso el abogado incomodo.
- ¿Que temperatura cree que hace en esta sala?
El abogado extrañado por la pregunta le contestó - unos veintiocho grados, ¿por qué me pregunta?
García sonriendo ignoró su pregunta y continuó:
- ¿Cuantos grados de temperatura tiene el cuerpo humano?, ¿el suyo por ejemplo?.
- treinta y seis, treinta y siete, no entiendo...
- Paciencia - le replicó García y continuando le preguntó
- Entonces, si la sala esta unos ocho grados mas fría que su cuerpo, ¿por qué no tiene frió en vez de calor?
El abogado lo miro absorto por unos segundos, se sentía incomodo ante este hombre, finalmente le contestó.
- No sé, pero ¿qué tiene que ver esto con Ud.?, realmente su pregunta es una estupidez.
- Me parece que el estúpido es Ud. - le replicó García - Toda una vida sintiendo calor o frió ¿y no sabe la respuesta?. Déjeme que le recite algunas palabras que seguramente Ud. si comprenderá.
"sueldo, deuda, pago, compra, inversión, gasto, impuesto, cuota, débito, ahorro, economía, vencimiento, alquiler, hipoteca, saldo, moratoria, formulario, liquidación, declaración jurada, rentas, factura de servicios, préstamos..."
García tomo aire y el abogado creyó que el hombre había terminado, pero este continuó.
"Afip, Afjp, Anses, Pami, Municipal, Provincial, Nacional, Extraordinario, IVA, Agua, Luz, Gas, Teléfono fijo, Teléfono móvil... Contribuciones, Ganancias, Inmobiliario, Bienes personales, Automotor, Leyes, Decretos, Multas..."
Otra vez tomo aire pero siguió sonriendo.
- Estas son mas difíciles, fíjese..."producto bruto, encaje, bonos soberanos, valores cambiarios, cotizaciones, apalancamientos, convertibilidad, inflación, emisión, balanza de pagos, deuda externa, default, mercado de capitales, bolsa de valores, fondos buitres, recesión, quiebras, despidos, achicamiento estratégico..."
García tomo aire nuevamente pero esta vez el abogado interrumpió.
- Si, ya veo a donde va, pero lo que debe Ud. entender es que todo eso forma parte del costo de vivir en una sociedad civilizada...
García lo interrumpió.
- ¡Amigo, no sea pelotudo!.
El abogado se quedo atónito por el exabrupto, pero García continuó.
- ¡Por favor!, Por un momento no recite como loro lo que le han enseñado... ¡piense!... ¿"sociedad civilizada"?... déjeme que siga:
"Crímenes, asaltos, violaciones, pedofilia, robos, hambre, miseria, ignorancia, mentiras, engaños, desfalcos, enfermedades curables no tratadas, muertes por accidentes de tránsito, bocinas, gritos, llanto, drogas, prostitución, guerras..."
Todavía dolido por el insulto el Abogado replicó.
- Si claro, toda sociedad es imperfecta, pero... ¡piense en los beneficios!.
- ¡Ah! claro, los beneficios... ¿cuáles?.
El Abogado aclaró su garganta y comenzó.
"Justicia, libertad, paz, salud, educación..." el abogado calló avergonzado, García solo atinó a replicarle en voz baja.
- ¡Que pelotudo!...¡Ud. se escucha a Ud. mismo? ¿Ud. cree que no paga demasiado con el esfuerzo de todas las horas de su única vida para comprar "esa Justicia"?, "esa libertad"?, esa paz"?, esa salud"?, esa "educación"?. ¿Ud. cree que su trabajo es Justo?, ¿que Ud. es Libre?, ¿que vive en Paz?, Su trabajo acaso, ¿le da salud o se la quita?, su educación, ¿le sirve para algo más que para ser "eficiente" en su trabajo?, ¿o acaso la verdadera felicidad está en los slogans comerciales de esa bebida, o ese auto o ese reloj o ese viaje que uno nunca puede comprar porque le falta dinero?...¿No se da cuenta que lo único que lo retiene es el miedo a aceptar que esta todo mal?, ¿el terror a "no pertenecer"?. ¿El pánico a la soledad?, ¿a pensar distinto?...¡Boludo!.
El abogado francamente molesto y dolido le replicó.
- Pensar distinto no merece insultos.
- Es verdad - Admitió García - pero, ¿seguro que Ud. ha pensado en todo esto?, porque "no pensar" si merece insultos... ¡sea libre! elija aunque sea "esto" pero con el conocimiento de la verdad... ¿puedo hacerle otra pregunta?.
Todavía ofendido el abogado le dijo - Si.
- ¿Sigue con calor?
- Si - contesto escuetamente el abogado.
- Y ¿por qué no se quita el saco?,... ¿y la corbata?... ¿y ya que estamos, también la camisa?
El abogado lo miró incómodo. Luego de unos segundos ensayó con duda su respuesta.
- Por... ¿Costumbre?, ¿Pudor?, ¿Vergüenza?
García le sonrió.
- ¿Sufre el calor y nunca se cuestionó sus costumbres?, el pudor implica malicia y la vergüenza culpa... ¿siente malicia frente a su cuerpo desnudo?, ¿tiene Ud. culpa de algo? ¿de ser gordo o flaco o viejo?
Y sin mediar palabras comenzó a hablar sin parar.
Lamento haberlo incomodado pero es que todas esas preguntas que le hice me las hice a mi mismo hace nueve años.
Un día me di cuenta de que las únicas palabras que ocupaban mi vida eran las que le recité antes, y ese día socialmente morí.
No tenía muchas oportunidades de resucitar dentro de esta sociedad, al igual que Ud. Sabía de memoria que necesitaba, Paz, amor y libertad, ya que cumpliendo con el sentido verdadero de esas palabras me darían Felicidad.
No me despedí de mi familia ni de mis seres queridos, no tenía la fuerza para cambiarlos desde afuera. Inclusive tenía mis dudas sobre si lo lograría solo.
De mis bienes terrenales solo llevé el rifle de caza que herede de mi padre y dos cajas de municiones, algunas herramientas y enseres de cocina, semillas y algunas cosas más.
Partí hacia el oeste hasta que llegué a la cordillera. Deambule por meses hasta que encontré un pequeñísimo valle con una vertiente de agua.
Estaba a varios kilómetros de cualquier camino, sendero o vivienda alguna, aislado totalmente de la civilización.
Construí con materiales del lugar un refugio oculto de la vista de cualquier casual transeúnte. Con mis herramientas armé un huerto protegido de los vientos y el frío predominante. También armé trampas para liebres y otros roedores. Y un día Dios me trajo un compañero.
Ghandi era entonces apenas un cachorro y estaba muy flaco, nunca supe de donde apareció. Felizmente era entrada la primavera y con agua, algo de carne, algunas verduras y mucho cariño el cachorro se convirtió en mi compañero y amigo.
Era totalmente libre, tenía paz, y Ghandi me proporcionaba todo el cariño que necesitaba. Éramos felices.
A él le preguntaba el porqué de los colores del amanecer o el de las flores, el porqué de los cantos de los pájaros, teníamos tiempo para preguntarnos todos los porqués imaginables y hasta encontrar algunas respuestas.
Hasta que, luego de ocho años, aparecida como un fantasma del pasado, me visitó la civilización en la figura de un guardaparques.
Estaba preparado, sabía sus preguntas. "nombre, número de documento, dirección, título de propiedad de la tierra que habitaba", etc, etc, etc.
Salí con mi rifle y le pedí cortésmente que se retirara y que nos dejaran vivir en paz. Que no molestábamos a nadie. Se fue.
Ya sabía lo que ocurriría y me prepare para lo peor. Esa noche me despedí de mi lugar con lágrimas en los ojos.
Por la mañana todo ocurrió. Una docena de policías y gendarmes se aprestaron a detenerme. "Portación de arma de fuego, resistencia a la autoridad y vagancia" fueron los términos que usaron.
Los insté a retirase pero replicaron desenfundando sus armas amenazadoramente. Ghandi no dudó ni un instante y se abalanzó sobre el primero de ellos. Cayó mortalmente herido de un tiro.
Parapetado tras una roca les dispare a todos hasta que no quedo ninguno vivo, salvo dos de ellos, mas cobardes, que optaron por escapar.
Esa noche sacrifiqué de un tiro a Ghandi y me acosté a su lado. A la mañana lo enterré entre el arroyo y la huerta. Luego, cuando llegaron nuevamente me entregué.
García finalizó con un suspiro. El abogado había enmudecido. Finalmente y tras un largo minuto García le preguntó:
- ¿Podré tomar un poco de agua?.
Joaquín Gómez, se levantó hacia la puerta y pidió al guardia que le proporcionara un vaso de agua. A sus espaldas, García, hurgueteó en su boca y extrajo un pequeño recipiente metálico similar a una emplomadura de muela, lo abrió y vertió el contenido, un polvo gris, en su mano, lo observó con tristeza y se lo llevó a la boca.
El abogado volvió con el vaso, y García bebió de un trago el agua y luego sonriéndole le dijo:
- No se preocupe amigo, y disculpe los insultos, no le temo a la cárcel ni a la prisión, ni siquiera a la muerte. Le temo mucho más a su "Sociedad Civilizada".
Luego de eso García convulsionó y su frente pegó contra la mesa. Joaquín Gómez vió entre los dedos de García el extraño cubo metálico. Entonces supo lo que acababa de ocurrir.
Esa noche en casa de los Gómez la mujer finalizo de lavar los platos y subió a su cuarto. Joaquín estaba sentado desnudo sobre la cama, con una pistola en su mano.
- ¡Joaquín! - dijo su mujer horrorizada - ¿Qué haces con un arma?
Joaquín, con toda serenidad e ignorando la pregunta le cuestionó:
- ¿Tu sabes porque sientes calor?
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