Donde el suelo deja de formar parte de la tierra y se confunde con los territorios de las mareas...Allí me encontraba yo.
El mar, con sus incesantes idas y venidas, bañaba mis pies y los hacía resbalar lentamente sobre la arena, hasta hundirme en ella.
La brisa, fresca pero delicada, rozaba mis cabellos y los hacía volar cuales alas de un bello pájaro rojizo.
El sol, anaranjado y tenue, chocaba contra el horizonte y dejaba entrever sobre las olas, un bello camino fluctuante que llevaba hacia los grandes secretos que escondía en su oscuro interior, mientras que sobre la arena, se dibujaba una senda de piedras blanquecinas que, en conjunto, conformaban una larga travesía por el desierto del conocimiento humano hasta encontrar el pozo de las verdades universales.
Ambos caminos poseían algo único.
Ambos caminos eran idas sin regreso.
Pero ambos traerían la paz y la calma...Y yo estoy aquí, en el hipocentro de este cruce de vidas, preguntándome, hacia donde debo dirigirme.
MGL.
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