"Entonces, amor mío, nos vemos en el parque a las dos y media. Ponte uno de tus mejores vestidos, que te llevaré al mejor restaurante de la ciudad".
Cuando Don Julio apretó la tecla Enter, se percató de que en realidad no tenía dinero. Y, por un instante, se le ocurrió que tal vez era mejor dejarla plantada. Pero no, eso no. ¿Cómo iba a dejar plantada a una mujer como Cyrine, que era súper modelo y posaba para revistas de prestigio? Mejor decir la verdad. Iría a esa cita y desmentiría todo lo que había inventado esas noches en el chat. Le revelaría su situación de pobreza, su capacidad para inventar mentiras y su, después de todo, no tan agradable físico. Estaba decidido.
Mientras tanto, Alberto, rodeado de latas de cerveza, se pregunta si no será mejor dejar plantado a Julio. Después de todo, ¿qué haría este cuando se enterara de que no era la sexy super modelo que se decía ser? ¿Cuando se diera cuenta de que ni siquiera era una mujer? Pero no, eso no. No faltaría a la cita, acudiría puntualmente. Le diría a aquel hombre musculoso, atractivo, adinerado, su situación actual. Y no volvería a visitar una sala de chat en toda su vida.
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