Y aquí me encuentro yo, al fin y al cabo, abandonado y desolado por la vida misma.
La felicidad me rehuye y las penas me carcomen el alma en un intento por saltar el muro de la continuidad.
La oscuridad a mi al rededor es benévola y me arropa con sus mantos.
Yo ya no trato escapar, he llegado a comprender que la vida no es mas que esto, un agujero oscuro y decrépito en el que vas cayendo lentamente, segundo tras segundo, minuto tras minuto, hora tras hora, viendo el sol salir del horizonte y observando como la luna resplandece, colosal, sobre el cielo nocturno. Nadie escapa del tiempo, ni siquiera el mismo tiempo, que se alimenta de el mismo para continuar con su cauce.
Ahora, antes, después, observo sentado en un rincón de la sombría sala, el gran reloj, con sus"cliks claks" resonando eternamente en mi cabeza, mientras mis ojos, poseídos por aquella dimensión incontrolable, se funden lentamente en sus afiladas agujas.
Clik, Clak.
Clik, Clak.
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