"Frente al espejo, recordó, como fue el primer paso dado para llegar al corazón de aquella mujer que tanto amó."

No podría saber lo que sientes. Tampoco lo que siento yo, esto que se manifiesta como una extremadura azarosa que se extiende tan pero tan lejos que pareciera escapar de la redondez del mundo para perderse en el plenilunio. Y prendida a la proa de esa acuciante aspiración se encuentra la pregunta eterna, la insondable, la fuente de desdichas, angustias y congojas, la palabra mágica que invade los territorios camuflados, un torbellino en el que se trenzan el dolor, la incertidumbre y el insoportable gozo que es tan intenso cuanto más perecible, tan perecible cuanto más deseado. Desecho el lenguaje de tu boca que sólo está diseñada para el beso, escucho tu voz dulzona y las palabras que tan graciosa y musicalmente salen de tus labios deliciosos, las transformo en simples sonidos, alegres tintineos, repiques alados que no acuden a la ventana de mi entendimiento porque no lo deseo, no es mi propósito, sino que se escurren por los poros de mi piel para erotizarme el instinto. Más me dicen tus ojos, con esa multiplicidad de mensajes que envían a través de tus pupilas de fuego, declaración de principios enviada a través de esos espejos oscuros que ocultan como la luna la mayoría de sus secretos. Y que decir de tus manos, emisarias del deseo, autoras de mil poemas escritos con el roce de esos dedos acuciantes que se tornan en flor crepuscular cuando se constituyen en caricia. Y tu piel de fina trama, superficie bendita sobre la que recorro anhelante en la búsqueda crucial de tus ardores, terciopelo que se incendia cuando gimes de placer, algarabía de sensaciones emanadas de ese volcán tuyo que late fragores, basta que te recuestes a mi lado para que la erupción sea instantánea y en medio de esa pugna pirotécnica, de esa amalgama de cuerpos, surja la pasión incontenible, el deseo irrefrenable y después de esa epopeya de placeres, la pregunta aún se proyecta en lo insondable: ¿me quieres?...

...Cómo no quererte si enalteces mi alma toda con las palabras más bellas que ningún otro me haya dedicado. Si no te quisiera, no tendría explicación el temblor de mis dedos cada vez que evoco tu mirada, para poder dibujar tu sonrisa.
Tu, a veces tan lejos, a veces tan cerca ...dando alas a este ansioso corazón que late solo para regalarte melodías.

Te quiero porque me haces sentir bella, porque mi feminidad se exacerba con el roce de tus labios, porque mi cuerpo estalla cada vez que pienso en tu cercanía.

Te quiero porque para mí existes, porque conozco el pozo de tu alma generosa, porque de mí no huyes, para mí te entregas.

Te quiero porque, con tan solo una mirada, transformamos la templanza de los momentos tiernos en un infierno de irrefrenables pasiones a las que nos entregamos, como si fuera el último día posible para amar.

No necesito más palabras para decir cuanto te quiero, ahora busca la profundidad de mis ojos y quédate. Busca mi cuerpo y eternízate en mi seno, latiendo emociones y acariciando sentidos, en un desfile de estrellas que surcan éste firmamento que fue creado solo para nosotros...

"Ella cierra su diario de hojas amarillas y sacude el polvo de la melancolía, cúantos recuerdos, de quién seguirá siendo el gran amor de su vida."