Cuando algo no encaja, uno se pregunta ¿por qué? Cuando era pequeña y las piezas del puzzle no se metían donde yo pretendía ponerlas, lo excusaba pensando que el fabricante lo había fabricado a su gusto y no al mío, con las piezas de Lego pasaba lo mismo, si ponías una rectangular sobre una cuadrada, de ésta última sobresalía parte de la otra perdiéndose la armonía del conjunto.
Cuando una pieza no encaja y no encontramos forma de hacerle un hueco, o la dejamos de lado o la tiramos, pero esas cosas, las que no se acoplan deben tener también su sitio, el sitio de las cosas sin sitio.
Esto lo descubrí un día ordenando mi cuarto. Mi madre siempre me ha dicho que hace tiempo que dejé de ser desordenada para convertirme en un ser caótico, yo lo llevo a gala porque para mí cada persona tiene un orden, mi caos es un caos ordenado y probablemente mi orden no sea el de otro.
En mi cuarto hay cosas sueltas, unas sobre la mesa de estudio, otras junto a la pantalla del ordenador, también encima de los libros. Cosas, que a la larga desaparecerán de allí pero aún no ha llegado su momento, no obstante, esas cosas no pueden encontrar un sitio en mi cuarto, porque los objetos que tengo, fueron colocados donde están por su utilidad o por tener el poder de evocar en mí algún recuerdo, y sin embargo, actualmente son necesarias. Por poner un ejemplo, les pasa lo mismo que a las tropas de ocupación: en teoría (repito, en teoría), las tropas de ocupación están en un país temporalmente, resuelto el conflicto que allí las llevó y reestablecido el orden, desaparecerán; pues lo mismo, les pasa a esas cosas inclasificables, a esas cosas sin sitio, pero que, en realidad, deberían meterse en el cajón desastre de las cosas sin sitio.
¿Existen también personas sin sitio? Sí. Siempre fui de la opinión de que acoplarse no es necesario, de hecho, más bien es nocivo; cuando uno se acopla renuncia a parte de sus ser, para tomar o adoptar parte de un ser que no es y así, tratar de ser, dejando de hacerlo realmente.
Como he dicho, no soy partidaria de acoplar las cosas a un lugar que no les pertenece, pero en cierto modo, me siento responsable de esas cosas sin sitio; esas cosas me rodean, me han sido útiles más de una vez. El saber que no pertenecen a ningún conjunto, me hace verlas desprotegidas, solitarias… he tomado una decisión: les voy a dejar un rincón que tengo libre en mi cuarto. No sé si estará bien que haga con ellas a mi antojo, pero…tampoco van a quejarse y mi conciencia queda tranquila así. La soledad es insoportable para muchos.
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