La evolución de la cefalización en los organismos vivos, o en término más sencillos: “la evolución del cerebro” (observando nuestros parientes cercanos quienes poseen glanglios cerebrales como los insectos, pasando por los cerebros de las aves y mamíferos, hasta el cerebro humano) no es un proceso aislado individual sino una interacción constante con el medio ambiente, aunado, a su vez, con la selección natural propuesta por Darwin.
¿Por qué separo el concepto de “medio ambiente” y de “selección natural”? ¿Acaso no es la misma cosa? Para resolver este dilema me refiero a la selección natural como aquellas interacciones que selecciona a los no aptos, ya sea por factores biológicos y ambientales. Estos factores se comprenden ligeramente con una breve lectura en “En el origen de la especies” de Darwin. Disculpándome que no las menciones por la brevedad del ensayo. Por otro lado, para aclarar a que me refiero con “medio ambiente” es que la biología no está separada de lo que es las interacciones química y física de la materia. Por lo tanto las estructuras cerebrales de los distintos organismos es un intento por sensar y manejar lo que lo rodea para perpetuar a esos organismos con el paso del tiempo.
Profundizando en la evolución del cerebro, en especial en nuestro universo en “un medio ambiente” donde existe una dualidad partícula-onda. El cerebro no es ajeno a ésta. Por lo que las propuestas científicas del funcionamiento del cerebro toma: primero la linealidad de transmisión de información entre dos puntos del cerebro, y segundo la transmisión de forma cuántica entre dos puntos del cerebro. Por lo que se considera el cerebro como un ordenador cuántico.
Adicionalmente, en el medio ambiente no existe solo un individuo sino varios. Por lo que el cerebro que parece aislado en un organismo a otro puede comunicarse a través de mecanismos de los sentidos que están conectados de forma lineal con el cerebro, hasta de manera cuántica entre un cerebro a otro (lo que podríamos llamar un acto metafísico).