Cuando Elias era un niño el cura de su pueblo quien se llamaba Ananías le hizo comprar velas benditas a casi todos los habitantes de su pueblo porque habría de suceder una oscuridad de tres días y sólo alumbrarían las velas benditas que el vendería. Además le mezclo que a continuación vendría el juicio final. Mi padre no quiso comprar velas porque no creyó en la versión del sacerdote. Por ello nos tocó aguantar una diatriba por el altoparlante de la iglesia con toda la cantaleta y las maldiciones del clérigo. Llegó el día anunciado y se terminó también y por la noche el cura dijo en el altoparlante que dios había perdonado a la humanidad y que ya no habría la tal oscuridad.
Elias viene escuchando que hay unas profecías de los mayas, de la virgen de Fátima, de los hopis, y además hay anuncios preocupantes de la Nasa.
Hoy Elias madrugó y compro dos frascos de boca ancha en donde empacan confites y los llenó de avena en hojuelas. Llenó la caneca de reserva de agua de tal forma que aguante para 3 días. Él sabe que con agua y avena puede pasar hasta 3 años sin morirse. En un frasco empacó varias cajas de cerillas y las alisto junto con varios manojos de velas. Elias sabe que es plenamente posible que la tierra en su viaje por el espacio entre en un campo que curve la trayectoria de la luz procedente del sol y que también influya en aumentar la impedancia delos circuitos eléctricos. Las velas al tener una trayectoria tan corta no se notaría el cambio de curvatura del rayo luminoso por lo que resultarían efectivas. Piensa que es posible que se cree un pánico colectivo que hará que mucha gente muera y que extraterrestres egoístas de bajo nivel aprovechen la indefensión humana para saquear el planeta.