Texto participante en EL RETO II: ponle texto al poema de tu elección.
(No obtuvo ningún voto; pero me gustó mucho participar).
CAVERNA /poema de José Emilio Pacheco
Es verdad que los muertos tampoco duran
Ni siquiera la muerte permanece
Todo vuelve a ser polvo.
Pero la cueva preservó su entierro.
Aquí están alineados
Cada uno con su ofrenda
Los huesos dueños de una historia secreta.
Aquí sabemos a qué sabe la muerte
Aquí sabemos lo que sabe la muerte
La piedra le dio vida a esta muerte
La piedra se hizo lava de muerte.
Todo está muerto
En esta cueva ni siquiera vive la muerte.
AHORA EL TEXTO:
I
Sabía que iba a morir y tenía miedo, mucho miedo. Su muerte era necesaria e ineludible; pero ello no le quitaba esa angustia recóndita que le atenazaba el corazón. Un par de lágrimas rodaron por sus mejillas y se sintió algo mejor, aliviado.
Pasaba de la medianoche y estaba solo. La voz interna que lo guiaba, le habló. Y él escuchó porque era un consuelo oírla:
“Recuerda que la muerte no es eterna, ni la carne. Polvo somos…Y tú, eres la vida”.
Quizás lo fuera; pero su carne humana sufría y acusaba el dolor.
“Mañana terminará y empezará todo”, pensó. “No sé si estoy dispuesto; si habré de soportarlo”.
II
El día siguiente no le trajo más que penas y dolor. Un dolor físico insoportable. Un dolor profundo en las entrañas, ante la ceguera de quienes más quería. ¿De que valía el amor y la esperanza?
Todavía dudó: “¿de verdad soy la vida?”. Y alcanzó a elevar una breve plegaria antes de que sus ojos se cerraran para siempre.
Así que no vio cuando envolvieron su cuerpo en una sábana de extraña blancura; ni quienes o cómo lo llevaron al lugar donde habrían de reposar sus restos.
III
Sus huesos fueron a parar en un nicho oscuro adosado en la pared de una cueva, una caverna que sabría de su muerte, como lo sabían todos los que lo habían querido bien: su madre, sus hermanos, ¿la gente?...
Era tiempo de pagar tributo a la madre tierra, de fundirse con ella, de ser uno con ella y lo mismo: polvo, sólo polvo…
IV
Abrió los ojos y no vio nada. Una oscuridad tibia, callada, lo envolvía. La tierra, la piedra; por sus venas, sentía correr la fuerza avasalladora y la fortaleza de la piedra, de la piedra inmemorial. “la piedra me dio vida”, se dijo. La verdad, es que él era la luz, la vida.
V
Sus deudos vinieron a buscarlo y no lo encontraron; sólo hallaron el nicho vacío. En aquella oscura y silenciosa caverna, todo estaba muerto, y en ella ni siquiera vivía la muerte…
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