Me siento confundido. ¿Acaso soy un cobarde? ¿Una mala persona? ¿Un mal padre? Permití a mi hermano darle una paliza a mi hija. Suelen jugar todo tipo de juegos. Yo los veo admirado por mi hermano. Tiene un don, una facilidad extraordinaria para relacionarse con los niños. Jugaban pelota. En determinado momento la niña le dijo “mira tú, grandísimo idiota, me la tienes que tirar más duro”, él le dijo, “así no, Miguelina. No me gusta que me llamen así”, ella le contestó “¿qué pasa, grandísimo pendejo?, ¿le tienes miedo a una niña de seis años?” En este punto de la historia se produjo la paliza. Tuve que permitírselo a mi hermano. Si se lo impido, podía adivinar que yo también lo considero un pendejo idiota, y me la da a mí.