Frisaba mis 17 años y no era capaz de comprender más de lo que comprende un niño grande. Conocí a un hombre que aparentaba tener unos 60 años y al cual llamaré J. A. A él le gustaba mucho conversar conmigo pero siempre me contaba unas historias de las cuales yo disfrutaba mucho pero que no era capaz de dimensionar en el momento y nunca comprendí que me hablaba de personajes extraordinarios de los vedas de la India. En aquel tiempo mi cultura no daba para ello. Lo que resulta particular, y lo comprendí muchos años después, es que el me hablaba de Arjuna que es un personaje mencionado en el Ramayana pero me hablaba en términos de que yo iba en un caballo y Arjuna en otro y a continuación me relataba unos episodios en donde volaban por encima de ellos los vimanas. Aníbal Londoño un albañil de 75 años me hizo caer en cuenta que cuando el era un niño J.A. ya tenía el mismo aspecto por lo que Aníbal le calculaba, cuando menos, 150 años! Me hizo caer en cuenta que siempre usaba una gorra Vasca, una ruana de cuello, el mismo pantalón y los mismos zapatos dando la impresión que no disponía de más ropa. Aníbal me refería que nunca lo vio con ropa distinta y desde que el era un niño.
Tarde comprendí que él me produjo una inusitada aceleración energética que me convirtió en un ser altamente espiritual y descubrí secretos en mi que nadie me podría revelar y en otros a quien yo debería ayudar también. Sin proponérmelo me convertí en una especie de maestro espiritual con alumnos en muchas partes del planeta. Hoy tengo una estimación que raya en la veneración por J. A. y sospecho que es un sobreviviente de la muerte y alquimista muy avezado. Con lo que se lo encuentro viviendo aun entre África y Europa y espero encontrarlo en el 2014. Percibo que en la región en donde vivo hay 7 alquimistas a quienes no conozco.
Por último me recuerdo que con Raimundo Meza, un mago autodidacta fuimos a una cueva situada en el risco de una peña y ellos dos hicieron un trabajo con unas espadas encima de unas rocas. Nada que yo pudiera entender pero, sin embargo, yo les despertaba una confianza absoluta. A J.A.le conocí una curación milagrosa, es decir, todo lo necesario para que yo siga creyendo en mi alquimista.