En un barrio de clase alta había un lote que era el desvelo de muchos ingenieros civiles y arquitectos. Varios habían bosquejado lo que podrían construir allí. Pero Robert era el más ambicioso y pensaba que podía multiplicar el capital invertido por 10.Buscó al propietario que era un cura y le propuso compra. El cura le dijo que le vendía el 50% y lo negociaron por el 25% más de su valor comercial. Una excelente oportunidad y muy barato, pensó el arquitecto. Robert levantó un ambicioso y hermoso proyecto que valorizó la zona. Acariciaba la idea de seguir construyendo en el lote del cura. Le propuso compra y el cura le dijo que le vendía y le pidió el doble que por el anterior. El arquitecto murmuró y maldijo pero le compró. Construyó, como tenía pensado, y fue un éxito comercial muy grande. Volvió donde el cura y le propuso compra y él le dijo que le vendía la mitad y el precio era el doble del anterior. Robert pensaba que el cura era un ladrón pero que, de todas maneras, se podía comprar. Negociaron y construyó. El proyecto original estaba casi terminado y sólo faltaba un poco. Volvió a proponerle compra al sacerdote pero por todo el restante lote. El cura le dijo que sí pero que le pagara el doble que por el anterior. El arquitecto pensaba, que aunque muy caro, no podía descompletar el proyecto y se resolvió a comprar. Durante la negociación estuvo a punto de perder la compostura y el decoro pero se aguantó. El cura vendió todo el lote por 10 veces el valor comercial.

No piensen que es el padre Almansa. Ese si es un alma de dios.