Icelandia era una nación inmersa en una comunidad de naciones todas al borde del colapso. La producción nacional estaba muy disminuida porque la demanda interna había desaparecido en gran medida ya que sus ciudadanos no tenían dinero y las exportaciones habían colapsado ya que tampoco las otras naciones disponían de divisas para hacer compras. Había despidos en todas partes, descomposición social y violencia creciente e incontrolable. Todo parecía anunciar un inminente desplome social. Un día Vriltru, su presidente, compareció por la radio y la televisión e informó al país que tomaba plenamente el control del país y que había destituido al consejo de ministros porque cuando expuso las medidas monetarias que pensaba tomar para conjurar la crisis cada uno de ellos citaba una página del libro de un gurú de la economía que demostraba que no era posible. El libro fue escrito por un tal Samuel… y era considerado palabra de Dios en materia económica. El abuelo del presidente le había contado que su familia era de La Liguria en Italia y que era contemporánea de las familias que en Venecia inventaron la banca. Les conocía bien y le previno y le conto que los banqueros tenían una cofradía secreta para gobernar el mundo y que se situaban por encima de las instituciones políticas sin que el ciudadano del común lo advirtiese. Que la crisis actual fue planeada por ellos para controlar mejor al ciudadano y aumentar sus beneficios. Uno solo de ellos era dueño de un capital tan grande que habían calculado que si se repartiese su fortuna entre los habitantes de la tierra a cada uno le tocarían más de 3 millones de dólares. Ese banquero consideraba a cada ser humano como un estómago simplemente al que no había que respetar y que se podía esclavizar sin ninguna limitación. Le hablo de la entidad Reserva Federal de Estados Unidos que es particular y, sin embargo maneja al dólar a su amaño y le da órdenes al presidente. Incluso el Departamento del Tesoro le nombra los guardaespaldas. Según su abuelo ese tratadista famoso era, en realidad, mensajero de las cofradías de banqueros.
Uriltru decretó una segunda moneda la que denomino Nibelu. La subdividió en unidades monetarias menores y le asignó un valor de 5 veces la moneda corriente. A sus empleados que eran 1 000 000 les subió el sueldo al doble pero ya no calculado en la moneda antigua sino en Nibelues. Así cada empleado se vio con un salario 10 veces superior al que tenía. Inmediatamente ordenó la impresión de la moneda auxiliar y la declaró de curso forzoso.
De la noche a la mañana se disparó en la nación la demanda, nunca antes vista, de bienes y servicios. Drembl que era barrendero del estado en el puerto se vio con tanto dinero que salió y compro comida como nunca antes, compró ropa para él y la familia, fue a la lonja de propiedad raíz a preguntar por viviendas para comprar, matriculó a su hijo en la universidad, compro pasajes para un paseo por el Canal de La Mancha. Empezó a acariciar la idea de comprarse un coche para pasear con su familia. Su vida había cambiado del todo en tan solo un mes. Sentía que se identificaba con el presidente y por primera vez deseo que amaneciera para ir a trabajar de barrendero porque, ahora sí, su trabajo dignificaba su vida.
La esposa de Vriltru le enrostró que esas medidas monetarias tendrían contraindicaciones. Él le contó que cierta vez un hombre era arrastrado por la corriente de un rio y se estaba ahogando. Un criador de cerdos recogió una tabla del piso de su granja la cual era maloliente y tenía mucho excremento encima. Se la arrojó y el individuo la cogió gustoso. Sabía que no podía negarse a agarrarla y que untarse de excremento sería un mal menor que aspiraba a solucionar cuando saliera a la orilla. Así era la filosofía de Vriltru.