Yasub tiene 13 años y anoche estuvo contemplando el cielo lleno de estrellas hasta que el frio y el sueño lo vencieron y se quedo profundamente dormido en la pequeña carpa sembrada en medio de las dunas y en donde el silencio es abrasador al punto que escuchaba latir su corazón. Su camello permaneció amarrado a unas piedras. Estuvo pensando que su abuelo le conto que el mar era un desierto pero de agua. Que no le aconsejaba ir a conocerlo porque aunque era muy bello su ruido era ensordecedor para los hombres de las dunas. Hoy se levanto antes que el sol comenzase a calentar, busco en las alforjas unos dátiles y un poco de leche de cabra, pronuncio las palabras que le enseñaron sus padres para que su camello se eche y le permita subir en él y comenzar la búsqueda de sus padres. Sus padres están de viaje intercambiando telas y utensilios de cocina por leche de cabra, dátiles y carne seca, andan encaravanados en alguna parte del desierto. Yasub coge 3 guijarros y los lanza con moderación sobre al arena. Los guijarros caen haciendo un triangulo en forma de flecha. Yasub los lee y sabe hacia dónde debe ir y a qué distancia están sus progenitores. Imagina la noche que pasara con su madre tomanando te, comiendo pan, escuchando relatos de viaje y volviendo a comer carne cocinada en pimienta.
Lleva tres horas sentado al pié de una palma del oasis. Ya recogió agua, tomo y le permitió beber a su camello. Fueron cinco días de travesía y ahora espera la aparición de sus amados. Divisa unos viajeros que se acercan por el camino. Distintingue el turbante negro que usa su padre y el trapo rojo que lleva atado a la punta de a la carabina, le sigue su madre en la camella amarilla y una recua de camellos en donde viene la mercancía. Se saludan efusivamente y comienzan a desempacar para armar la tienda de campaña y el fogón porque pronto caerá la noche.