Anselmo era entusiasta del tejo (turmequé) y participaba en el campeonato nacional y su especialidad era el tejo grande. Tenía una respetable trayectoria como competidor. También le gustaba buscar entierros prehispánicos (guacas e iba un día con un guaquero cuando encontraron a un hombre que decía venir del Tolima y traía una mochila con algo adentro que se veía era muy pesado. Anselmo los presento y entraron en confianza gracias a las recomendaciones de Anselmo. Se fueron a un lugar donde había discreción y el individuo sacó un gran lingote de oro que tenia la marca de Gonzalo Rodríguez Gacha. Contó que en Tolima cerca a su casa hay una finca abandonada y el ingresó en ella para recolectar tierra y hacer un relleno en el patio de su casa.
Cavando dio un golpe y sintió un sonido entamborado, removió un poco de tierra y se encontró una tapa de concreto. Cuando la quito encontró unas escalas y al bajar una gran bodega con centenares de lingotes de oro encarrados.
El viajero venía proponer y así lo hizo con el amigo de Anselmo que iria y extraería unos lingotes y se los iba dando en consignación para que a medida que los fuese vendiendo le pudiese llegar a comprar toda la bodega. El amigo de Anselmo le pregunto que con cuantos había compartido la noticia y el respondió que con sus hermanos, su esposa y algunos amigos de extrema confianza.
Partió el viajero a cumplir con lo convenido y ya han pasado más de 10 años y nunca volvió.