Un señor feliz

Érase una vez un señor feliz, Zeferino ya era casi un viejo, no tenía mucho ni poco, todos los fines de semana iba a jugar bingo con sus amigos, pero algo faltaba ¿Qué era ese algo? Compañía los días en que se sentía solo. Así que un día se decidió: “Buscare a una esposa”.

Así que Zeferino dio a conocer en todo el pueblo su deseo de casarse. Nadie acudió a él, excepto una horrible mujer. Ella no pedía mucho sólo compañía, lo mismo que él, pero ¿Cómo podría gustarle esa mujer si era tan horrible? Si era así en apariencia ¿Cómo sería en carácter? Al ver que nadie más acudía a su anuncio hizo creer a todos que había heredado una gran fortuna de un primo lejano. Mujeres hermosas acudieron de todas partes. Una, la más bella, acepto rápidamente casarse con él.

Después de un tiempo de casado se hizo evidente la desgracia de Zerafino, la mujer viéndose sin dinero se amargó, se avejentó y su compañía se volvió agria, le decía a Zerafino constantemente: “no veras nunca más a tus amigos los fines de semana, mi compañía es suficiente”. No aceptando esto Zerafino escapó y fue con sus amigos, en su camino vio una mujer muy hermosa y pregunto quién era, ellos le dijeron: Es aquella horrible mujer que rechazaste, se ha casado y ahora es feliz.