¡Ese no es el tipo que yo busco, carajo!
Entró uno alto, desgarbado, con la cara picada de viruela y las manos sucias de grasa, pero no era el tipo que yo buscaba. Entró otro vociferando, a punto de perder el control, si es que no lo había perdido ya, pero tampoco era el tipo que yo buscaba. Entró una caderuda moviendo el culo de manera sinuosa, estaba claro que aquella no era el tipo que yo buscaba. Entró un niño berreando y llamando a su padre que, por lo visto, trabajaba allí. Nada. Entraron tres tipos con pinta de delincuentes habituales, sombrero de ala caída sobre la frente, gafas oscuras, camisa negra, corbata blanca. Hicieron un barrido horizontal con la mirada como si buscaran a alguien. Uno de los delincuentes llevaba un anillo de oro enorme, pero ninguno de ellos era el tipo que yo buscaba. Entró un cobrador de guaguas con su uña del dedo meñique más grande de lo normal, sacándose el cerumen del oído, pero no era el tipo que yo buscaba. El tipo que yo buscaba escupía por el colmillo constantemente, era de color verde y las alas no se le notaban demasiado. Yo lo había contratado en dos ocasiones anteriores, así que como seguían entrando fulanos y fulanas sin ningún interés, y el tipo que yo buscaba no aparecía, me las piré y sanseacabó.

JUAN YANES