Ocaso

He vivido la vida en cálidos anocheceres y amaneceres
En los prados y valles lejanos he dejado mi rastro
Tal vez en busca de placeres viejos, frívolos y paganos
Pero en ese largo peregrinar mi cordura se afianzó
Y la sabiduría de un viejo sabio y feliz trashumante
Con un dejo caro de osadía y desenfado elocuente
Supe apreciar en su momento los apetitos de la vida.

Yo desafíe la intemperancia y zafé en los desengaños
Pero si supe afianzar las firmes cadenas de sentimientos
Aún sigo en mi osadía plena con un cierto grado de locura
Pero solo sé que en el fondo, siempre prevalece la ternura
Me abrazo a la vida con ansias, sustento precioso, inapreciable
Y me sumerjo febrilmente en la poesía, ganándole tiempo al tiempo
Porque en este ocaso plañidero, supe vencer todos mis miedos.
Ray