La ciudad en la que vivo está construida a nivel del mar y se hunde todos los días un poquito. A mí, me gustaría que lo del hundimiento fuera una metáfora, pero no, es una cuentión científica. Si, como afirman los geólogos del Instituto Nacional de Geología Marina, la plataforma continental sobre la que está la ciudad, se hunde 0,5 centímetros anualmente, quiere decir que cada diez años se hunde cinco centímetros. Estamos, por lo tanto, ante un fenómeno de hundimiento general. Si yo mido 1,76 cm de estatura, dentro de 300 años tendré el agua a la altura de la barbilla, como le ocurrió al pobre Tántalo. Pero, dentro de 300 años la hemos espichado todos, con perdón, incluyendo a los geólogos del Instituto Nacional de Geología Marina, que hacen la predicciones, y a todo el personal de administración y servicios de la mencionada institución, incluyendo a los ujieres, que es un cuerpo por el que siento un especial aprecio, si se me permite el cometario.

Si, por el contrario, la ciudad se elevara en lugar de hundirse, estaríamos ante un fenómeno de levantamiento general. Habría que tomar precauciones de inmediato, para ir añadiendo escalones a la puerta de entrada de la casa y llegar a la calle con comodidad, dado que las casas subirían y subirían, sin parar. Pero esto, no deja de ser una hipótesis fantasiosa, puesto que no ha habido ningún Instituto Nacional que la sostenga, con su correspondiente plantilla de investigadores y de personal de administración y servicio, incluyendo, claro está, al honorable cuerpo de ujieres, al que me he referido con anterioridad.

JUAN YANES