Miro a través de la espesura del bosque, su silencio fúnebre hiela mis sentidos y mi cuerpo se resiste a ver aquello que se ha mantenido oculto de mis ojos, historias jamás escuchadas, seres perdidos en el tiempo que sin embargo han seguido existiendo en la oscuridad y silencio del imponente bosque.
¿Por que yo? Me pregunto sin tener respuesta alguna, aquellas leyendas rondan ahora por mi mente: "El bosque refleja los miedos ocultos de los hombres", al ver semejante escena de majestuosa belleza oscura y silenciosa razone en las cosas que la luz jamás podrá mostrarme.
Deseo salir corriendo, pero algo en mi interior me detiene, ocultos y pasados pactos son ahora audibles como hermosas sinfonías que a través del viento, golpeando delicadamente las hojas de los arboles, reviven recuerdos de felices tiempos donde bosques y humanos se respetaban y los seres arcanos podían recorrer sus dominios sin necesidad de ocultarse, ahora tan solo unos pocos tienen el privilegio de escuchar sus voces a través de bosques llenos de tristeza.
Siento como ríos recorren mis mejillas, lloro, me odio como humano, no deseo seguir escuchando. Un par de ardillas me recorren, atrayendo mi atención, entonces levanto la mirada y observo en esplendor como la luz de la luna dibuja siluetas de lo que alguna vez fueron aquellas lejanas tierras de hermoso verdor, que ahora únicamente quedaron plasmados en mi mente. No puedo contener mi deseo de ver mas allá de lo que estos antiguos reinos me ocultan, un aullido muy lejano deja entrever aquella sellada tristeza de Gaia, llora día tras día, noche tras noche; de un momento a otro desaparece todo rastro de luz, el cielo se oscurece como lino oscuro, al mirar a mi alrededor caigo en cuenta que la pareja de ardillas ya no esta junto a mi. Una gota retumba en la tierra.
Ya no queda nada mas, parezco un espectro rondando de un lado a otro, mientras la lluvia cae a cantaros sobre mi. Absorto en mis pensamientos tropiezo cayendo pesadamente en el barro, quedando casi inconsciente... ya no queda nada, vi, escuché, ahora debo callar.
Rondaré los bosques en silencio, sin dejar rastro alguno, esperando paciente al merecedor de la sabiduría eterna... me sentirán a cada paso, a cada murmullo... soy parte ya, de las raíces de la tierra. |