Inicio / Cuenteros Locales / aaronjoel / El Inquisidor
Un neófito arúspice enviado desde Roma. Aquel hombre joven, cuyas vestimentas púrpura y el cinto carmesí, ha llegado a esa pequeña provincia itálica.
Pueblerinos solemnes en espera de la llegada oportuna de un inquisidor de la mismísima ciudad del vaticano.
Sacerdote quien predice de un nefasto vaticinio ese invierno.
Un arlequín italiano de ojos perdidos en un azabaches infernal yace junto al límpido río. Sus trapos todos manchados de negra sangre. Muerto que se encuentra en el lugar donde se bañan los niños joviales en primavera.
Conglomerado de escépticos por aquel acto frugal y premeditado.
Hielo formado sobre el río; agua corriendo bajo el hielo; peces muriendo por inanición.
Fútil defunción de un cuerpo cuando se precipita rodando cuesta bajo desde una colina.
Por aquel bulto de carne y huesos, el resquebrajar del cristal, transparente y sólido, donde se separa el líquido del aire. Este se sumerge sin ni siquiera luchar como una piedra hasta el fondo del río. Ergo habrá de flota sin vida en la superficie.
Óbito idílico del asesino cuyos tejidos han comenzados a descomponerse muy lentamente. Aunque si se da la condición, y sólo por aquel invierno, el cuerpo se preservará perenne por algún tiempo antes de ser alimento de gusanos y bacterias.
Sobre la loma, y frente al río, un hombre vestido de color púrpura y un cinturón rojo oscuro tiene en su mano izquierda el arma homicida.
Daniel Gutiérrez Carrasco
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Texto agregado el 06-08-2004, y leído por 701
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