Eres verde
como rosaleda en verano,
sin tinieblas en la bohardilla,
sin escalas en tus parpados;
Sin duda, una Atenea amarilla
que descorcha pétalos
y almibara las sombras de los días.

Eres dura y negra - a veces - como gravilla.
Animal oscuro de ópalo y puro cuarzo,
gaviota impía de mármol y arenisca
sin piedad de mi instinto bajo
y de mi elevada hombría;

Divina artesana del barro
tallando desde las indispensables manos
alguna alquimia;
Con un suspiro de vaho saliente de tu boca,
una sonrisa apretada y concisa en el rostro
surgió, tímida, de la arcilla.

Eres verde, eres negra y eres vida.
Como la siembra temprana del trigo pardo
o un lobo aullando difuso en la orilla.
Siempre veleta bailando en los altos;
Eres la estela de un pájaro que brilla.

Como yo soy pulso tuyo, verde, negro y vida;
Amalgama de matices imperfectos
que en agua y tierra se maridan,
en cielo y día,
en fuego y viento,
en carne y roca;

Eres tú, mitad de piedra rota,
cosa mía.