A través de mis poros de minerales veia pies descalzos de día y pies descalzos de noche. Algunas veces me bañaban los meados de los tlacuaches y me condecoraban con mierda de pájaro. Pasaba muchos amaneceres en el mismo lugar hasta que alguna mano me levantaba y me arrojaba lejos. Recuerdo una vez hace no muchas noches un golpeteo de viene y va que me dejó unas manchas rojas del lado izquierdo de mi borde afilado, pero esa es otra historia diferente de la que les quiero contar.
Una tarde venteada de marzo vi lo que nunca había visto, unos pies con un escudo verde que se pararon frente a mi, tenia un olor ácido de caminante pero en fin, me levantaron unas manos suaves y me metieron en un bolsillo y en dos segundos se hizo de noche. Me balancee un largo rato hasta que llegamos a un refugio, recuerdo unos 16 ojos y 6 sonrisas arriba de mi y me volvieron a meter en un bolsillo oscuro; pasé varias noches seguidas ahí dentro y cuando me sacaron solo veía paredes, fotos, almohadas y una carita que constantemente me veía y sonreía por un largo rato, me he convertido en una bola de cristal del pasado.
Extraño el viento de mi sierra, el olor a tierra mojada pero la sonrisa de esta niña al mirarme no se compara con nada.