Juan volvía a su casa luego de un día difícil, su jefe le había negado las vacaciones en la fecha requerida, tendría que enfrentar la ira de su mujer al contarle el episodio que los privaría del descanso. Quince años en la empresa y siempre a fin de año las vacaciones se transfortmaban en un problema. Primero elegía fecha el Gerente, luego los capataces, luego los operarios más calificados, los más antiguos y finalmente los empleados que realizan tareas de menor importancia. A Juan el jefe le asignó como fecha "probable" la segunda quincena de mayo. Como le diría a su mujer que se olvidara de la arena y el mar y esas soñadas tardecitas de sol en Mar de Ajó juntando almejas y caminando justo en el punto donde el agua muere transformada en espuma.
El viaje se estaba haciendo pesado el tren repleto y oloroso anunciaba la llegada del verano, luego desde la estación de destino un colectivo, veinte minutos más, tres cuadras caminando y la temida llegada a casa.
Ni bien entró Juan su esposa lo recibió alegre con un mate y la promesa de una sorpresa, Juan no atinaba ni a hablar, dos mates más y la Sra. le dijo sentate y vas a ver que hermoso: y comenzó el desfile Susana, así se llama su sra. presentó la primera malla, Juan blanco como un papel seguía con la mirada el cadencioso caminar de Susana, las mallas desfiladas fueron tres, había más, pero Juan paró el desfile, con rostro compungido anunció "hay un problema".
Las explicaciones fueron las de todos los años, pero en esta oportunidad Susana no fue comprensiva,
En enero del nuevo año se fue de vacaciones al mar con una amiga, conoció a un tal Hugo y en tres meses se terminaron ocho años de convivencia con Juan. El verano de Juan fue el peor de su vida, perdió a Susana por una vacaciones, o al menos el cree que fue así, pero en esta historia nosotros nos permitimos opinar, y yo particularmente creo que no la perdió por las vacaciones frustradas sino que había falta de amor. |