Inicio / Cuenteros Locales / Panduro / Helado de vainilla y pistacho
Ella anda él salta como un canguro como una lagartija ella anda altiva con el pelito corto azabache liso casi displicente es mediodía de un día demasiado soleado él se acerca por detrás da un salto se planta junto a ella le dice algo al oído ella lo rechaza con el hombro él rueda no no rueda él retrocede teatralmente y luego se adelanta a grandes zancadas es un saltamontes desgarbado mientras sopla el siroco que aumenta la sensación de bochorno pero ellos no dejan de andar él se vuelve hacia ella habla gesticula ella también dice cosas con las manos él se acerca de frente ella continúa andando van a chocar cuando está a la altura de su cara él saca el cuello de entre las clavículas como una tortuga le da dos besos en la boca y retrocede ella lo agarra por la camisa atrayéndolo él se zafa da dos saltos hacia atrás se vuelve la saluda con la mano es un adiós que se curva por la cintura como un resorte dobla la esquina ella sigue andando altiva con su traje de golondrinas hasta los pies sostenido con asillas todo es luz amarilla vertical no hay sombra él desaparece un segundo luego asoma la cabeza a su lado la gente camina aplastada por el sol él sigue haciendo el titiritero para ella deben ser adolescentes en celo pienso él sonríe ella le dice algo se ríen los dos no se pueden aguantar ella pierde la compostura momentáneamente se pone a dar a saltitos como una rana él corre porque es una zancuda con el pico cónico y alas toma carrerilla da un brinco se sube al espaldar de un banco camina por el borde como un equilibrista al llegar al extremo salta en el aire separando los brazos y las piernas él es Gene Kelly ella es Silvana Mangano sujetándose la falda para que no se le levante se juntan se separan son dos imanes que juegan delante de mí me miran como diciendo qué mira este idiota me siento un idiota que se refugia en una cafetería pide un café con hielo ellos siguen allí fuera flotando como si no hiciera calor siguen el juego se han parado impunemente entre los coches que resplandecen huyendo del sol se besan con ferocidad a mordiscos como si les faltara tiempo él empieza a derretirse poco a poco en medio del asfalto ella se derrite también son dos helados de vainilla y pistacho que gradualmente desaparecen comidos por la luz.
JUAN YANES |
Texto agregado el 09-11-2012, y leído por 222
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