Caen las cargas
Cuando la melaza se deja caer agotada
Sobre las termitas que se dirigen al coro,
Cayendo a plomo y, ya cambiado,
Su traje de batalla por un hule nevado.
Cuando las hoces de cristal cortan
Solamente el pensamiento de piedra
Y las patenas rellenas de mentol.
Al descolgarse la quincalla podrida,
Al caer y dejar la huella del peón muerto,
Debe hallarse el merino añil en la tenada ciega,
Donde las plañideras esperan comiendo maíz.
Es la cachaba deforme por tanto gritar,
Un apoyo sin zapatas, una trampa tendida
Por los jabatos cansados,
Y por las cigarras tendidas.
Son los rescoldos que quedan perdidos
En los collados vacíos y en las laderas pintadas,
Son las jaranas tiznadas de caldos espesos,
Resecos y sin masticar, los que salen al monte
Por ver si pervierten a las jinetas,
Y muelen las granas que sofoquen el calor
Y la caída de la saca.
La saca viscosa y de tejido angosto,
Que ha dejado, después de repellar
Las espaldas vencidas del mayoral menor,
Que caigan en vano los tereques,
Y todo aquello sirve de carga enmohecida.
Aguadulce, diciembre de 2011
José María De Benito
|