Para ella la afirmación de la mujer era extraña y sin sentido como era posible que en los tiempos modernos alguien hablara de demonios. Las palabras de aquella mujer eran para no decir menos graciosas y sin sentido, lo que provocó en ella una risa que a duras penas pudo ocultar.

Pensando que la extraña no le había echo el favor decidió indagar por su propia cuenta lo que estaba ocurriendo, por lo cual duró días esperando a que el hombre desmayado volviera a donde lo había divisado la última vez.

Pasaron algunos días antes de que lo volviera a ver, entonces esperando en una esquina a que el hombre estuviese solo, esperó por mucho tiempo hasta que oscureció.

Al filo de las ocho de diez de la noche, el extraño se dirigía con rumbo desconocido, con mucho sigilo lo siguió hasta que notó que las intensiones de ese hombre era la de atacar una niña que se encontraba deambulando dos calles mas arriba de su posición inicial.

Sin pensarlo le gritó a la niña que corriera. El hombre enfurecido sin mirar quien se había entrometido en sus planes se abalanzó sobre de ella con el fin de atacarla.

Pero a la luz de la luna la cara del hombre se transfiguró al ver a su victima, aterrorizado quiso correr pero algo se lo impedía, de la nada fue lanzado por los aires y cortado de tajo. Pocos minutos pasaron antes de que el cuerpo se encendiera en llamas y una voz ronca y distorsionada comenzara a ser escuchada, diciendo:

- Tú no recordaste que siempre debes contar dos.

La mujer que solo miraba la dantesca escena no sabia que pensar o de que forma reaccionar.
Es de conocimiento general que un demonio jamás busca el bien de alguien más, por lo tanto lo que la inquietaba aun más era las intenciones del extraño ser que se había manifestado frente a ella.

Sin saber que hacer decidió afrontar la situación y preguntar a su acompañante quien era. Durante varios minutos no recibió respuesta alguna, pero ante la insistencia la voz que a carcajadas reía le dijo:

- Tu eres un presa única y exclusivamente mía.

Los nervios que ya los tenia sobresaltados no le permitían pensar coherentemente, y lel horror fue aun peor cuando el demonio se manifestó frente a ella.

Quien lo miraba de frente y no detallaba en su rostro pensaría que era un ser humano común y corriente, pero quien se detenía a mirar observaba como una llama morada bailaba en la iris de sus ojos y como su lengua bifurcada se asomaba.

Riendo aun más fuerte que antes le dijo:
- Recuerda que siempre somos dos, por lo tanto tienes dos horas para correr antes de que vaya en tu búsqueda.

Como loca trataba de mover sus pies pero no respondían.

El demonio frente a ella desapareció pero el olor a azufre en el ambiente dejaba una estela de incertidumbre que le aprisionaba el pecho y le decía que debía huir y posteriormente saber porque ese ser la atormentaba hasta ahora.

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