La mentira crisitana queda desvanecida
cuando escucho tus palabras
alegres vuelan con alas
de infantil inocencia
arraigada
en lo más hondo de un usurero
usurpador de sentimientos.
Si casi ni te conozco
si digo lo contrario miento.

No niegan mis palabras tu belleza
de musa griega escogida
del laberinto del tiempo por David
para convertirte en ángel.

Pero el mármol no capta la esencia
de la mirada de tus ojos de elegida
entre las más delicadas uvas de la vid
para hacer de ti vino de emperadores, reyes, dioses,
y para un servidor que con gusto
con él refrescárese si pudiere el gaznate.

No niegan mis palabras tu belleza
de musa griega escogida
del laberinto del tiempo por David
para convertirte en ángel.

Cuando tornes tus ojos a aquel que este verso te dedica
a una princesa sin castillo, perdida
en la multitud de una prole indigna
de una belleza eterna y divina
comprenderé que no tiene sentido
divagar de esta forma imprecisa
que no transmite lo que quiero
que no dice lo que debería.

De todas formas yo lo intento
para que luego no se diga
que no fui capaz de escribir un poema
a mi bella amada Cynthia.