Cenizas de recuerdo


Mi gacela hermosa, tornaste en fiera leona,
en África, donde todos nacimos, dejaste mis restos,
tu que siempre sanaste mi angustia con tus ronrroneos,
y cubriéndome con tus zarpas,
apartando de mí a La Dama Negra,
mostrando, entre feroces trazas,
tus colmillos blancos a los enemigos,
autómatas crueles rondando mi entorno,
acechantes, hienas rastreras detrás de su máscara risueña.

Soy en mi polo oscuro, cervatillo indefenso en la sabana árida y yerma,
donde me abandonaste a merced de los cuervos, cenizos como ella,
como la oscura Dama del averno.

Desgarraste mi corazón, Françoise, con tus palabras,
"olvida, no te ilusiones"
suelta mis pies, déjame recorrer el mundo entre las bestias,
es mi vida, no tengo lugar en mi lomo para llevarte al infinito…

Françoise, mi Vida, te pido, te ruego,
termina tu obra, devora mi cuerpo y entierra mis huesos,
no dejes a quién siempre amará tu andar felino,
en la ruleta siniestra de mi mente,
a los pies de los caballos de la euforia galopante
y de la negra Dama, clón de la Muerte.

¿Es tanto tu desprecio?

Acaba con mi carne, al menos la Madre Gaia agradecerá
que conviertas mi errático Destino,
en excrementos esparcidos como cenizas en nuestro mar Cantábrico,
testigo del Amor que fue.


Aguilagris