“todo en el mundo existe
para acabar convirtiéndose en un libro…”
Mallarmé
QUIEBRA-MIENTO
La urbe se está inundando. Yo siempre supe – y muchos también – que esto no daría más. Cuando las cosas están hechas de tal modo que los límites son predecibles, no hay excusas ni reclamos, a pagar los costos de las certezas.
Llueve a cántaros, los pies se me han ido borrando en este caminar, el agua los ha ido deshaciendo. Pero no podemos detenernos, dicen los que saben. Supongo que hay que seguir la vida buscando el arcoiris al final de camino – y curiosamente aparece cuando deja de llover.
A veces me pregunto en qué momento decidí ubicarme en este punto, luego reacciono y pienso en lo que me encantaba antes de llegar.
Ahora sé que debo partir lejos antes de ahogarme.
Se asoma un pequeña luz al final, quizás sólo quizás, sea el arcoiris
PRINCESA
Le gustaba contemplar la noche. Cuando no existían estrellas de todos modos sonreía, pensaba en el principito y le comentaba entre susurros que las estrellas brillaban aún cuando no se vieran. Soñaba en el balcón mientras huían pequeños suspiros que respirando profundamente se detenían, entonces planeaba allí aspirar más hondo aún para sentir el nexo que la conectaba con su amado; él también debía haber devuelto de algún modo, su perfume al aire. En la noche se sentía una princesa, era Julieta esperando a su Romeo, ese hombre que la convertiría en mujer entre sudores y poros abiertos. Con sutileza y suavidad contemplaba siempre más allá…
- Baja a comer maricón de mierda!…gritaba una voz
Rápidamente dejaba sus atuendos femeninos y se quitaba el maquillaje.
Rápidamente Luis, se incorporaba al ritmo normal de la vida.
SOMBRA
Mientras su silueta se dibujaba en la ventana, ella descubría con estupor la idea que la oscura sombra cobraba vida de pronto fuera de los límites normales que eran su cuerpo. Repentinamente el pánico a que se adentrara en su carne fue haciéndose evidente, y trató de alejarse lo que más pudo de la mancha, pero la oscura silueta fue acercándose feroz a ella, tanto así que la travesó, como puñalada al corazón la sombra fue entrando en su cuerpo, inundando cada rincón dejando en los poros la huella de su oscuridad.
Vestirse de negro era nada, sólo buscaba ocultar el secreto que recogía, llevaba sobre sí misma su propia sombra, y el peso de esa carga no le era grato. Esa experiencia la marcó profundamente y su oscuridad no se atenuaba ni en los días de sol.
Sin embargo, de esos días el misterio abunda en su mente; otra sombra acompaña sus pasos.
FRÍO
Quizás debió cerrar la ventana con poca fuerza, el frío de la madrugada había comenzado azotarle con odiosa insistencia los pies desnudos que se asomaban por debajo de la colcha como hielos australes. Calcetines de hilo, de lana y nada aún. El enfriamiento no cedía ante las luchas por aplacarlo. Pese a todo, intentó dormir.
Él tampoco podía estar tranquilo, decidió ir a verla. Pero antes respiró profundamente, alzó el pecho y secó sus ojos. La contempló desde la puerta con absoluto sigilo, llevó una manta con la que cubrió su frío cuerpo, y depositó junto al velador su última nota; una carta de despedida.
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