La gente mala siempre termina recibiendo lo que merece. La gente buena nunca recibe lo que merece. Al menos eso es lo que parece. Además, para mí, no existe bueno ni malo, sino sólo débil y fuerte. Y yo soy débil, y odio a los fuertes. Su manera tan segura de hacer las cosas. La forma en que se toman ciertas libertades. Cómo te sostienen la mirada hasta que desistes. Y claro que no me gusta eso para nada. No se decide ser débil o fuerte. Se nace. Y el mundo es para los fuertes. No está bien que le pidas peras al olmo. No está bien que le pidas triunfar a alguien que muy a penas se puede mantener razonable. Así es el mundo. Algunos dicen que al final hay un juicio. Que al final a cada quién se le da lo que le corresponde para toda la eternidad. Y no sé qué más. Realmente no es importante. No hagas caso cuando te digan que estás mal sólo porque no tienes nada. No hagas caso cuando te digan que tu actitud es equivocada. Aunque todo el mundo te diga que estás mal, porque al parecer todos son mierda y tienes que vivir con eso. Tienes que salir de vez en cuando a la calle y probar la libertad. Tienes que salir de vez en cuando a morir a la naturaleza. No hay nada indigno en ello. Espero que sea cierto eso del juicio. La verdad, la idea del juicio me parece algo bonito, digno de ser vivido, algo que justificaría la vida. Por eso es juicio.