En Bangkok solo pensaba en mujeres.
Vivía para ellas en
mi mansión repleta de dakinis benignas
dirigidas por una lama francesa,
¿lo creerían?
No hay lamas mujeres en Oriente.
El húmedo jardín,
donde las serpientes hablaban de sabiduría
sin conocer el bien o el mal,
solo con ganas de morder
cierta inteligencia de dioses,
mis amanitas muscarias crecían libres
desafiando con su rojo al crepúsculo,
con sus lunares a la noche.
Bebía ron Barbancout y vino Chartreuse,
hasta que los loas vudú del ron
aprendían canto gregoriano
y los cartujos del verde licor
danzaban sobre los vevés.
Entonces la catástrofe sucedió.
Viejos tantristas de Sikkim y Buthan
con sus MacBook,
inavadieron mi hogar,
el fin del mundo
del Kali Yuga se acerca,
según nuestros computos,
expropiaremos tu casa
¿No me sonaba a Mao o Marx?
Mis dakinis huyeron,
hasta mi lama tomó
el vuelo de Air France
citando a Sartre y los Mayas,
Derrida y Evans-Wentz.
Solo,me ubiqué en un hotel de Bangkok,
lo peor estaba por llegar.
El dios cristiano se alojó en el,
enviado por su santidad el papa.
Un fastidioso llorón que no podía eludir.
¿Como te mandan así?
¿No sós acaso el dios?
Tomaron mucho poder,
sería distinto si fuera Maradona,
pero solo soy un dios.
Quisiera volver allí
ya que argentino soy,
pero Roma me lo impide,
el mundo avanza hacia el mal.
El tipo me amargaba,
mas que mate y tango juntos.
Le dije,
no hay bien ni mal,
eso lo inventaste vos,
solo el dolor
de desear.
Libráte del deseo,
no sufrirás.
Me confesó que el mundo llegaba a su fin,
como lo conocíamos,
con tanto gay
la iglesia se fué al carajo,
¡pero señor! se me escapó.
En Roma,
las feministas tomarán el Vaticano.
China será el lider
del nuevo orden mundial.
¿Donde habré oído eso,
me pregunté?
Me ocultaré en Oriente,
nadie me encontrará
ni le responderé,
aunque llame
dios mío dios mio.
Vagabundo me haré,
un jivan mukta seré.
Así,
convertido en una planta de haschisch ardiente
el dios partió con su
soy el qué seré.
Todo se calmó,
mi mansión recuperé,
del Tibet regresaron mis dakinis también.
Una turca contraté,
de acento cordobés.
que según me aseguró
era experta en conducir un harén,
soy la encarnación de una hurí,
afirmó,
yo le creí.
Así terminó la lisérgica historieta
del casi fin del mundo.
Aquella noche tuve de visita
a Philipe K. Dick,
quién insistía en que todo era
una conspiración de la CIA..
A su lado mi otro huésped,
Baudelaire,
solo atinó a decir,
es la fragancia del mal,
envenenando esta Absentya. |