La lujuria de tu cuerpo son efluvios
dulces canales que para ser sorbidos se abren
como lo harán tus muslos cuando te ame
en aras sedientas de tener tu aroma en agua.
Tu “yo” líquido se derrama con locura
y va embriagando las fibras de la sábana
donde tendida contraes tus caderas
en un mágico juego de frutos fusionados.
Sabores que en el aire se corretean
a contraste de la luna filtrada en la cortina
reflejos sombríos que no capta el espejo
imágenes perceptibles por la nariz.
Y en el silencio los gemidos se van apagando
como las luces de una ciudad muerta
sin dejar rastro de nuestro festín a media luz
salvo el olor a ríos desbordados.
Texto agregado el 03-11-2012, y leído por 125
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