Llego tarde a trabajar
Toda la vida pensando en el día que llegue la jubilación. Me refiero a toda la vida laboral, tal vez al principio no, pero cuando llevas 10 años trabajando, y luego llegas a 15 años y así hasta el infinito y más allá (lo que realmente nos espera en este desfuturo) entonces sólo piensas en el día que no trabajes, pero remuneradamente. Sin embargo, el tipo de la habitación cerca del control de enfermería no piensa lo mismo. Tal vez cuando tenía mi edad sí que lo anhelaba, y quien sabe si lo único que quería era retirarse a su casita de pueblo con su mujer, o viajar con el resto de los pensionistas a balnearios, o quedarse en su casa leyendo el periódico y continuar en el banquito del parque leyendo al sol, hasta la hora de comer. Pero la mala cabeza, la mala cabeza siempre nos la juega. Y no es una manera de decir que no sabes dónde dejaste las llaves, sino dónde dejaste la persona que eras. Qué triste no poder gozar de la jubilación plenamente, porque tu cabeza te engaña y crees que debes madrugar. Todas las noches, a las 6 de la mañana el hombre ingresado en la unidad de demencias que está cerca del control de enfermería, me pide un serrucho a gritos. Dice angustiado que es para cortar esas barras que le impiden bajar de la cama, que llega tarde al trabajo. Porque no se cansa de repetir hasta la saciedad que él trabaja en Gas Madrid. Y claro, es una empresa que ya no existe,que la han absorbido Iberdrola o Galp Energía. Y entonces llega un auxiliar de clínica a malmeter al tipo y a decirle que son todos unos ladrones y nos roban en la factura del gas. El hombrecito se pone como loco, creo que en ese momento no necesita un serrucho, lo dicen sus ojos, quiere un revólver. Y su inquietud te lastima, sólo de pensar qué pensión más desaprovechada. También te conmueve que el pobre está demenciado y que tiene una familia y un pasado que le atrapa y una vida sin ser vida, pero eso si lo masticas no lo tragas.
Así que mejor no pensarlo a estas alturas laborales, junto con el quemamiento profesional y el declive personal ya tienes suficiente para sufrir.
Me pareció ruin lo que hizo mi compañero, pero entonces todos entramos a juego y cada cual usaba la empresa del tipo para lo que le venía bien. Que teníamos que extraerle sangre y le decíamos que se portara bien porque eran los análisis para la empresa. Que había que administrarle un enema y que si era para la empresa. Que los de la empresa habían ordenado la dieta y la medicación, etc...
Sé que no es nada profesional y cualquier psiquiatra se pondría las manos en la cabeza, pero los ardides de la enfermería son infinitos para lograr llevar a cabo sus tareas.
Y es que la profesión de cada cual consume al individuo, por eso sería mejor no tener ni oficio ni beneficio. Y el mayor terror que me oprime a veces es pensar si cuando esté jubilada, si llego algún día, ya no por vivir hasta entonces sino por si la Merkel me lo permite, seré yo una viejita tratando de sodomizar a la gente con lavativas, o bien buscar los brazos ajenos para localizar las venas, o vendar las piernas al que se quede dormido...
Hace unas noches al entrar de madrugada a una habitación, encontré a una anciana con un traje hecho por ella misma que el mismísimo Jean Paul Gaultier habría querido diseñar, aunque se parecía más a Jesús del Pozo. La mujer nos dijo, muy apañá ella de un pueblecico de Badajoz, que había sido modista toda su vida y que no sabía hacer otra cosa más que coser y coser. Claro que había retirado los almohadones de las almohadas y los había anudado al camisón, introducidos previamente por ambas piernas a modo de pantalón. A parte con la sábana de arriba anudada a la cama por sendos laterales había creado una capa o velo de novia ¿?
En fin,que eso de dedicarse a tratar de ser algo en la vida, es muy pero muy peligroso.
Pertenece a la columna titulada Esto no es House de http://www.tintavirtual.net/index.php de iolanthe. |