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Tópico típico topicazo

Esa es la vida o así la queremos pintar. Nos encanta negar que las exageraciones a las que se aluden cientos de veces en las conversaciones banales son eso, exageraciones que algún día alguien inventó de los unos y de los otros, según países, colores, tradiciones, costumbres y hasta en lenguas muertas se exageraba todo, pero los arqueólogos siempre creen la historia a pies juntillas. Y siempre aposté por esta reflexión de no creer en esos tópicos hasta que un día, en urgencias, en la consulta de urología me topé con un negro. Un peazo negro, un monstruo de dos metros (tal vez ahora exageré yo también por eso de no ser gallega sino tal vez medio andaluza) que me llevaba varias cabezas e incluso, podría haber sacado la cabeza por el techo del edificio y saludar al pirulí de la M30. Pero no, realmente el efecto alargado de la sombra del ciprés de Delibes se lo daba la túnica hasta los pies que usan los musulmanes, una chilaba, que hay que explicarlo todo con ustedes. Porque hay negros musulmanes en toda Africa y aquí también, los que nos llegan en pateras y venden el periódico de la farola a la salida de cualquier hipermercado. Pero allí estaba yo, en mi campo de trabajo, en mi espacio sin poder ignorar a aquel ejemplar africano dando brincos como si saliera de un baile de la tribu de su pueblo. Dejé la puerta entreabierta, no entendía ni media palabra al tipo que me debía hablar en suajili, aunque si fuera en francés tampoco me habría enterado. Y pasó por allí cerca un residente cirujano vascular al que yo consideraba retrasado mental o enajenado simplemente, pero esa es otra especia de la que les hablaré en su momento. El tipo, asustado de ver al negro dando botes, acudió a prestarme ayuda. Le dije que no pasaba nada, que me asustaba más su cara de memo así que se marcho por donde vino y allí me quedé con mi yeti cálido agarrándose por fin su región pudenda, por lo que pude interpretar que el tipo no podía orinar. Bien, era un comienzo, quise que se tumbara en la camilla y se levantara las faldas o enaguas o como se llamen los bajos de una chilaba. En otras circunstancias el tipo podría haber entendido cualquier proposición indecente, pero el uniforme ayuda a entender cosas que de otra forma sería una grosería, según se mire, lo digo por los fetichistas, claro.

Y fue entonces cuando me encontré con el tópico típico topicazo.

Una verga enorme, pero cuando digo enorme será posiblemente el mayor pene que haya visto en mi vida e imagino que habrá seres que nunca verán tal cosa en este universo. Podría pensar que ya me puedo morir contenta de ver tal ejemplar, pero para lo poco que servía el miembro en ese momento y además, pegado a un tipo de no sé dónde, indigente, desubicado y con cierto olor a mugre de no sé cuántos días... como dicen las viejas, este trabajo vuestro no está pagado con dinero, no. Ni una fulana haría tal labor. Y procedí a introducir una sonda por la uretra de la VERGA, tras valorar una vegija a reventar. Mientras, el tipo se pudo cagar en la madre que me parió varias veces pero oídos que no entienden, es lo que tiene. Yo seguía con el sondaje y mi buen hacer sin resultados óptimos. El estrechamiento de la uretra era tal, que sólo cabía llamar al urólogo para que procediera con otras técnicas. El muy chulito del pitólogo cuando descolgó el teléfono vino a decir que la enfermera era una inútil, y yo pensaba "sí claro, inútil tú que tienes una carrera pero no tendrás nunca la verga del tipo y ahora haz el favor de venir y hacer tú trabajo" El medicucho no hacía más que preguntar cuántos centímetros había metido la sonda por el pene. Y mi compañera y la otra y la otra que de puro cotillas estaban allí mirando ya el record mundial de penes, se reían al unísono cuando yo decía que había metido todos los centímetros de la sonda y alguno más. Entonces fue cuando el urólogo decidió bajar a la consulta desde su despachito de la unidad de urología. Este se cagó en mi madre en castellano puro, legible, pero por lo bajinis porque era un cobarde. Cuando abrió la puerta de la consulta y se encontró aquel hombre postrado en la camilla con una verga que llegaba por la rodilla, relajada totalmente, entonces se metió la suya propia entre las piernas y quedó reducido a la altura de picaporte de la puerta sin saber dónde meterse. Le pinchó la vejiga para desalojarla con los ojos cerrados, sólo por envidia de la buena.

Pertenece a la columna titulada Esto no es House de http://www.tintavirtual.net/index.php de iolanthe.

Texto agregado el 02-11-2012, y leído por 284 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
26-11-2012 Entonces el paciente era pariente del tapir, campeón absoluto de esas geografías ocultas. Divertida la historia. remos
04-11-2012 ¡Vaya cosas que pasan en Urgencias! Bueno... al menos te recreaste la vista, jeje. Nekane
03-11-2012 jajaja, que entrete, lo que no se sabe si el negro se daba cuenta de lo que realmente estaba pasando en el hospital. En la mente de los demás, claro está. loretopaz
 
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