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Va cayendo la noche,
el silencio que el alma acoge;
la soledad de este corazón
junto a ella… la veo venir
y se posa en mi ser queriendo morir.
Te busque y no te encontré,
las horas van pasando
y entre copa y copa me quedo preso,
a dios voy rogando
que me quite el dolor que llevo dentro.
Grito tu nombre con todas mis fuerzas
y no veo a nadie, es la hora maldita
donde las almas lloran aun muertas
y las puedo sentir y ver pasar.
Son casi las doce,
no sé cuantos vasos,
no sé cuantos cigarros,
pero que aunque pase toda una vida
no te podre olvidar.
Ya no siento mis pies al pisar
y mis manos empiezan a temblar;
solo por las calles oscuras y aterradoras
como un anima que ha venido a penar
y que otras compadecen al verme pasar.
No sé donde estoy o a donde voy
con esta bendita botella,
ni con los cigarrillos que saben a inmortalidad,
ando triste queriéndote olvidar
y tus recuerdos tratando de mi mente arrancar.
El frio se hace cruel eh intenso,
lo siento entrar por mis venas,
me desvanezco en un mar inmenso
veo una sombra…¡una mujer!
escucho una vos…¡es de mi gran querer!
volteo y me doy cuenta
que solo es un recuerdo en medio
de mí mente soñando.
De pronto la hora gris, no es de día ni de noche,
el primer pajarillo con su hermosa melodía;
a duras penas puedo arrastrarme
sobre un banca de aquel parque
que es donde la muerte vendrá a buscarme
termino la noche del olvido
y empieza un nuevo día para vivirlo.