No es la primera vez que despierto en un departamento vacío, ni será la última. Tampoco es la primera vez que por un segundo, solo un segundo, apenas despierto alucino que las cosas no son como son. Que todavía estás aquí, conmigo.
Dijeron que nos deberíamos el uno al otro "hasta que la muerte nos separe." Mintieron, porque por más que trato no puedo separarme de tu recuerdo. Me debo a vos, por siempre.
Lo único que cambió fue el lugar que ocupas, se vació de existencia y llenó de ausencia.
Es una miscomprención universal, que la gente piensa que cuando uno sufre más una perdida, es cuando se recuerda al que se fué y se llora, y se pregunta por qué?. Lo que es más difícil de comprender para los que no lo viven, es el verdadero dolor, cuando uno no siente la pérdida, sino la ausencia. Ese es el dolor de todos los días. Como hoy, que mientras pongo el agua para el mate, no te siento. No siento tu precensia, tu adiós, ni recuerdo cuando solías sentarte frente a mí. Solo siento el vacío. El vacío que acompaña cada murmullo que hago, cada suspiro que escapa. Una pava llena es mucho mate para una sola persona y tengo un cajón lleno de vigilantes que nunca comiste.
Dónde nos duele la tristeza? En el corazón no, es demasiado fuerte. Será en la base del estómago, donde quedaron cicatrizes de felicidad? O quizás en la garganta, rodeada de llantos reprimidos nos dio miedo largar?
Vivo una media vida desde que me dejaste. Ahora como mi mandarina y dejo las cáscaras sobre la mesa, no hay apuro para aprolijar. Sueño con estrellas y despierto con ansias. Vives una vida sin expectativas?
Guardo todavía tu pijama bajo tu almohada. Busco sombras en espejos a los que nunca miraste, rimas en palabras que nunca dirás.
Hoy mientras me visto miro tu ropa en tu lado del placard y te ignoro, te ignoro en tu aucensia, miro arriba una última vez y me pongo los zapatos. Cómo puedo estar tanto aquí y tanto en ningún lado? Cómo puedes estar tanto aquí no estándolo? Cuándo fue que tu falta se hizo mas fuerte que tu memoria?
Mientras busco desesperadamente mis llaves, ruego no encontrarlas. Te odio, vos siempre encontrabas las llaves por mí. Y ahora me dejaste a mi propia merced. Por primera vez desde que me despierto, me dejo pensar en vos. La ira fluye a través mío y le agradezco. Odiarte es tanto más fácil, no hay culpa o remordimiento, solo vos y como te odio. Te odio porque me dejaste a mi propia merced.
Sin vos vivo una media vida, soy la última fruta en la canasta que le falta pudrirse, soy la esquina escondida que no se llegó a barrer. Soy la compañera perdida de la media sola en mi cajón. Inútil, indispensable, con vida pero con sueño.
Temo perderte y odio recordarte. Pero es recién ahora que recuerdo que el vacío no lo dejaste en mates o cuartos, ni en idas o venidas. El vacío está conmigo donde voy, donde hay soledad en cuartos encerrados, donde los silencios se hacen heridas. Yo soy la cáscara, y sin fruto ni jugo, me quedo yo sobre la mesa de la cocina.
Encuentro mis llaves salgo corriendo, al delicioso alivio que es Buenos Aires llena de gente. |