Un barco, un soplo descarrila el silencio posándose en la mirada solemne del tiempo. Lejos se ve un reflejo que traspasa con su miseria con su pobreza las caricias a la tierra. Invitados, dos soles se inclinan besando el ángel dormido en su misterio, donde yacen sus alas diamantinas. Sube la marea bajan las sombras ocultas, se descuelgan las luciérnagas, y su ejército trasnochado aguarda juntar las sílabas. MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI
Texto agregado el 31-10-2012, y leído por 402 visitantes. (6 votos)