DESPECHO
Yo no tengo la culpa — Se decía en vos baja, mientras dejaba que Palomo cabalgara con la rienda suelta ; de todas formas el animal estaba acostumbrado y conocía el camino de regreso a la casa. El ruidoso silencio de la tarde dejaba oír, en la distancia, el murmullo del río cuando se desliza, a través de oscuras y grandes rocas, para caer suavemente en el foso que se forma en el mismo recodo . Allí donde se baño tantas veces y en el que hoy, extrañamente
acostumbra bañarse Aurora .
Palomo y Aurora formaron el tesoro mas hermoso que hombre de esta zona halla poseído.
A Palomo lo escogió desde que supo que la yegua negra de su padre estaba preñada, el viejo no podía negarle a su hijo mayor, y su mano derecha en las labores de la finca, el deseo de tener una cría de esa yegua y, Aurora, fue su primer amor desde cuando cursaban tercer grado de la escuelita . Su primera y ultima novia .
El sabia que hoy Aurora se estaría bañando en la hondonada, todos los martes la muchacha marchaba sola al río para tomar un refrescante chapuzón . José María intuía que Aurora lo hacia precisamente porque sabia que El siempre pasaba por la cañada, cuando acababa su jornada, al paso de su Palomo . En varias ocasiones la vio y, por pudor, cambiaba la mirada, cosa esta que casi se le hacia imposible por la exuberante hermosura de aquella trigueña de pelo negrísimo, largo y ondulado y de aquellas excitantes caderas ; hubieron ocasiones en que, inexplicablemente, Palomo detenía el paso y Allí en el borde del barranco hombre y bestia disfrutaban de aquella visión. José María sabia que Aurora se percataba de que El la observaba
porque así como el percibía el arrullo del río, Ella tenia que oír el eco de los cascos de Palomo pisando el pedregoso suelo del trillo que, con el tiempo y a su paso, se había formado. Muchas fueron las oportunidades de bajar y lanzarse al río, apresarla entre sus brazos, obligandola con sus besos a que fuera de El , sabia que la resistencia seria nula, la conocía suficientemente como para saber que ella le estaba provocando, solo el orgullo le detenía, el resentimiento de haber sido abandonado, de que ella lo dejara para casarse con el hijo de don Ignacio Villarta . El comportamiento de ella le heria, esa descarada provocación activaba sentimientos encontrados en el joven; satisfacer sus deseos, saciar su vanidad , equivaldría a perder la dignidad, violar los principios inculcados por sus padres . ¡ No Hoy vadearía el foso cruzando el río por la parte baja y estrecha, un poco mas lejos, pero hoy no le daría el gusto a Ella de que se burlara de El . Con brusquedad tomo las riendas y las giro a la izquierda del camino, Palomo reacciono lentamente, pocas veces habían recorrido aquella ruta.
El río ,en aquella parte, tomaba poca profundidad y anchura y, por lo poco transitable de aquel paso, la vegetación crecía frondosa y rica en sus orillas, por la calidad de la tierra y el continuo abastecimiento de las minerales aguas. Jose María tomo un punto de referencia para encontrar la parte mas baja y estrecha guiando las riendas del freno suavemente, Palomo respondía dócilmente pero cuando sus patas delanteras tocaron el borde del agua retrocedió un paso con movimientos enérgicos de la cabeza, hacia arriba y abajo, con espasmódicos ritmos.
— ¿ Que pasa Palomo? — Le pregunto al animal en un tono irónico — ¿ No quieres venir por
aquí para no perderte de ver su provocante desnudes..? ¿ Te gusta ver como me torturan..? —
Palomo tercamente se negaba a continuar y con su pata delantera martilleaba sobre el lodo lenta y fuertemente mientras bufaba con colera y dejaba escapar lo que parecían roncos quejidos de dolor. Jose Maria le clavo con saña las espuelas en los ijares y, el potro, de dos grandes zancadas cruzo el estrecho vado. Ya en el otro extremo el joven reaccionó ante el inusual comportamiento de su corcel y bajandose comenzó a revisarle las patas, pensando que alguna serpiente podía haberlo mordido.
— ¿ Que te pasa Palomo ? — Le pregunto con cariño mientras le daba palmaditas en su musculoso lomo ? — Palomo seguía inquieto levantando ritmicamente sus patas del suelo como si caminara y, bajando y subiendo la cabeza, resoplaba bajamente, como escondiendo el sonido.
Jose Maria se puso en alerta y afino su sentido de sobrevivencia, aguanto la respiración y mirando hacia un punto indefinido dejo que su experimentado oído campesino ollera el lenguaje del campo. Una gallineta de plumaje negro cruzo rápido de un arbor a otro y Jose Maria pudo sentir el sonido del roce de las plumas de las alas al chocar con el viento. Un lejano graznido de aviso y, el canto de una codorniz . Chapoleteo, distante, de Aurora en el agua y el siseante deslizarse de un cuerpo pesado y grande entre las altas hierbas de la orilla... ¡ Jose Maria solo vio la cola del saurio y parte del descomunal lomo introduciendose en el agua profunda que daba comienzo a la hondonada Las superficiales ondas del agua indicaban la dirección tomada por el astuto caimán y, Ella, ajena continuaba chapoteando . El joven con ágil salto monto al inquieto caballo que, al ver desaparecer el monstruo, comenzó a trotar tranquilamente.
— Yo no tengo la culpa — se decía en voz baja mientras dejaba que Palomo cabalgara con la rienda suelta; de todas formas el animal estaba acostumbrado y conocía el camino de regreso a la casa.
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