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CRYSTAL PALACE


Los peces voladores acompañaban la marcha de un viejo pescador que navegaba en un bote pesquero por las aguas cristalinas del lago Crystal Palace, de la ciudad del mismo nombre.
El viejo puso el bote a toda marcha porque a lo lejos divisó una bandada de aves pescadoras que se lanzaban en picada hacia la superficie del agua. Con su pañuelo secó su frente y arregló sus greñas pálidas. Alistó el anzuelo y puso la carnada, mientras alistaba el arpón miraba por alrededor de la proa y divisó un cardumen de peces aguja que eran perseguidos por una treintena de peces dorados. Donde hay peces aguja y aves pescadoras, seguro hay un pez bonito que pese 3 kilos. Por fin tendré cena esta noche, pensó. Tengo que darme prisa antes de que oscurezca.
- ¿Pero qué haré sino cae ningún pez? Se preguntó.
- Pues no moriré de hambre, cazaré un babuino. No queda de otra. Dijo para sí.
- Claro, mataré un babuino o algo que se parezca a un primate. Además, dicen que si como los testículos de un mono me hará bien para que me funcione como antes. “Mi alicaído pájaro ganará potencia”. Pensó.
El viejo tenía las manos rechonchas y llenas de cicatrices producto de las constantes luchas que tenía con las diversas criaturas que habitan en el Crystal Palace. Sus ojos eran dos astros moribundos que dibujaban la penuria de la noche solitaria, sus labios resecos clamaban al sol que le brinde sus últimos rayos hasta atrapar algún pez para su cena; un surco pronunciado cruzaba la mejilla diestra, se trataba de una cicatriz producto de la pelea que tuvo con un caficho, con el cual se disputaba una prostituta brasileña.
Mientras el rugir ronco del viejo bote iba a mil revoluciones, los últimos rayos de sol se ocultaban por el horizonte, el viejo decidió seguir lago adentro hasta pescar un par de bonitos. Las aves pescadoras daban vueltas y de cuando en cuando miraban la superficie para ver si podían cazar algún pez aguja o dorado. Las agujas del reloj marcaban las 6:00 p.m. es la hora nona, dicen que a esta hora los espíritus malignos y hasta el mismo satanás salen a recorrer las calles en busca de algún alma débil. Pero yo no caeré en sus garras, o en su trinche, pensó.
¡Qué locura la mía! En las cosas que piensas viejo, dijo para sí.
Y si en verdad existe el diablo, ¿será posible? Y si le gusta chingar a los viejos pescadores como yo? ¡Calla viejo, solamente piensas en disparates! Estoy seguro que en el infierno debe haber muchas prostitutas simpáticas y voluptuosas. Seguramente satanás debe ser muy exigente en cuanto a la elección de sus putas y concubinas.
“Cómo me gustaría ser satanás por un instante, recorrería por todos los círculos del infierno organizando fiestas y orgías, me comería a las más ricas y despampanantes putas y diablitas. Y sin algún maricón viene a mi alcance para pedir un favor sexual, le partiría el culo a puntapiés y lo expulsaría del infierno. No me importaría que su mísera alma vaya penando por el universo. Aunque pensándolo bien, dicen que Dios acoge a todas las ovejas descarriadas, en fin, si ese maricón atormenta a Dios con sus mariconadas, me importaría un puto comino”.
Dicen que Dios es puro en cuerpo y alma, por eso nunca tuvo mujer alguna.
- Será cierto ese mito? O será una cortina de humo para que nadie se entere que es maricón.
“Si yo no hubiera sido pescador, hubiera sido escritor o poeta para tirarme todo trasero femenino que esté en movimiento, sin importar si tienen o no marido”.
¡Despierta viejo, vuelve a la realidad! Solamente paras imaginando, ni siquiera eres capaz de tirarte a De Los Pájaros y estás pensando en ser satanás. Dijo para sí.
El viejo se guiaba por las estrellas. No había pescado ni un pez y estaba muy preocupado. Es mejor volver a casa, dijo. Dio media vuelta, apresuró la marcha y cuando se encontraba a media milla de la playa escuchó un grito aterrador.
“Es una pelea de babuinos”, pensó.
Seguramente se pelean por una hembra en celos. Me será más fácil matarlos. Menos mal que Dios no se olvida de los hambrientos. Dijo para sí.
Mientras el viejo se acercaba a orillas del lago Crystal Palace, una manada de babuinos aplaudían fanáticamente y alentaban sin cesar a un violador compulsivo que arremetía violentamente contra un hombre de apariencia apacible y de contextura atlética.
El hombre que yacía salvajemente violado, respondía al nombre de Jesús, o más comúnmente llamado “El Mesías”. Sus gemidos desgarradores retumbaban frenéticamente la tranquilidad del bosque que se encontraba entre los límites del Lago Crystal Palace y la frondosa selva del estado de Acre.
Mientras “El Mesías” era salvajemente violado por aquel psicópata, el agraviado levantó la vista al cielo y entre gemidos exclamó: ¡Padre, perdónalo, porque no sabe lo que hace!
- ¿Qué estupidez tan grande dices?
- ¿No sé lo que hago?
Sé muy bien lo que estoy haciendo, te estoy chingando por todos lados cabrón, respondió con voz gruesa el violador.
- A propósito, por qué me estás violando? Preguntó “El Mesías”.
- Te violo, porque tu padre me botó del cielo. Respondió el violador.
- Acaso fuiste un ángel?
- Tú lo has dicho, Rey de los judíos. Fui un ángel. Pero mi pájaro está hecho un demonio. El más feroz de los demonios, que no sacia su fiereza con nada. Respondió el violador.
- Y por qué me elegiste para chingarme?
- Estaba muy arrecho, quería cogerme a un babuino, pero menos mal llegaste tú para evitar la desgracia.
- Entonces con gusto pagaré la injusticia que mi padre cometió contigo. Hazme tocar el cielo con tu fiereza. Dijo Jesús.
A orillas del Crystal Palace, el viejo lanzó las anclas del bote en la bahía, sacó la linterna del bolsillo de su pantalón y la encendió, sacó el arpón del bote, cogió el mástil y se lo echó al hombro. Se dirigió al lugar de donde provenían los gritos, se asomó con cuidado por entre las ramas de los árboles. La noche era absoluta, apresuró el paso y vio a un hombre arrimado al árbol y otro detrás que lo violaba sin tener el más mínimo remordimiento del acto que cometía.
¡Hey, par de rosquetes sin suerte! ¡Qué diablos hacen ahí!
- No ves que le estoy agrandando el anillo?
- Lárgate de aquí, antes que tú lo reemplaces.
- ¿Cómo te llamas? Preguntó el viejo.
- ¿Cuál de los dos? Vociferó “El Mesías”
- ¿El chingador? O el chingado, respondió con voz agitada Jesús.
- El Chingado. Respondió el pescador. Ah, me llamo Jesús.
- ¿Y cómo se llama el que chinga? Volvió a preguntar el viejo.
- Me llamo Aquiles cacho. Dijo el violador.
- ¿Aquiles Cacho?
- Sí, los voy a cachar a los dos en este instante sino te largas ahora mismo Ubaldo Quilla.
- ¿Por qué me dices Ubaldo?
- ¿Quién es ese tipejo? Volvió a preguntar el viejo.
- Ubaldo es un maricón, es la puta de todo el infierno, incluido de los cafichos y de los pichicateros. Dijo el violador.
- ¿Qué dijiste? ¿En el infierno hay cabros? Preguntó el viejo.
- El violador que arremetía con fuerza, asintió positivamente con la cabeza.
- Entonces no me gustaría ser satanás, explotó de ira el viejo.
- Pero, por todos los santos, cómo me puedes comparar con ese cabro. Qué ofensa tan grande. Replicó el viejo.
- ¿Y dónde queda el infierno? Preguntó el pescador.
- En mi culo, respondió Jesús.
- ¿En tu culo? Recalcó el viejo.
- Sí, en mi culo. Volvió a responder “El Mesías”
- ¿Por qué dices eso?
- Porque mi culo está que arde en estos momentos. Respondió Jesús.
El viejo se quedó callado unos segundos, cogió sus cosas, se las echó al hombro y se fue silbando.
El viejo llegó a su mísera morada, dejó caer pesadamente las cosas que llevaba consigo, sacó una casaca y enrumbó al prostíbulo llamado “El Pichulón”. Entró presuroso en el local y pidió un trago. Se lo tomó de un sorbo y volvió a llamar al mozo para que le sirva un par de copas más. Se dirigió al mostrador y preguntó por la dueña del local.
El mozo acompañó al viejo a la mesa donde se encontraba De Los Pájaros. La dueña del local lo invitó a sentarse a su lado y dijo:
- ¡Bienvenido, viejo! Después de muchas lunas que te dejas ver.
- Qué te trae por acá, hace mucho que no visitas a las muchachas, ni a mí. Será que ya no te funciona el pájaro.
El viejo ordenó tres botellas de aguardiente y bebió con la señora De los Pájaros, dueña del local.
- A tu salud, De los Pájaros.
- A tu salud, viejo. Respondió la señora.
- Eres una prostituta incomparable, tienes buenas tetas y un trasero enorme que provoca pajearse en las noches cuando voy de pesca; lástima que dejaste el oficio hace varios años. Recalcó el viejo.
- Es una lástima, pero aún me gusta saborear y acariciarlos.
- ¿Acariciar qué?
- No te hagas el huevón, sabes a lo que me refiero; los pájaros pues, viejo carretón. Respondió la exprostituta.
- ¿Sabes cuál es el mejor amigo del hombre? Preguntó De los Pájaros.
- ¡Claro, cómo no! Todo el mundo lo sabe. Estoy seguro que es el perro. Pregúntale a cualquier hombre o mujer. Recalcó el viejo.
- ¡Pedazo de mierda! Eres varón y no sabes quién es el mejor amigo del hombre? Por gusto tienes ese par de bolas que te cuelgan como vampiros viejos e inservibles. Cómo no vas a saber que el mejor amigo del hombre (varón) es su pájaro. Vociferó De los Pájaros.
- ¿Por qué dices que mi pájaro es mi mejor amigo? Volvió a interrogar el viejo.
- Porque vivo o muerto está siempre contigo. Pero estoy segura que el tuyo ya está bien muerto. Le haremos misa por sus cinco años que dejó de embestir.
En su embriaguez, sacó su miembro y le puso a la altura de la boca y dijo: De los Pájaros, caliéntame y chúpame el pájaro, lo tengo muy frío.
- Oye pendejo, aún lo tienes vivo? Será que dios todopoderoso te habrá concedido el milagro esta noche?
- Si es verdad que aún te funciona, espero que me tires sin piedad.
- No hables de dios, es maricón, hace una hora alguien le hizo saltar los ojos, yo fui testigo de ese acto; me puse bien arrecho, por eso vine a verte, para que me des una buena mamada y me quites la calentura. Espero que me des una buena y reverenda ordeñada. Dijo el pescador.
- espera que se vayan los clientes para hacer lo que me pides o en todo caso vamos al hotel “Piernas al Hombro” dijo- De los Pájaros.
- ¿Pero eres consciente de lo que dices? ¿Quieres que vayamos al “Piernas al Hombro”? No aguanto más, házmelo aquí mismo, para que todos vean lo puta que eres. Delante de todos te enchufaré Piernas al hombro o en la pose del tigre abandonado, dijo el pescador. La puta se resistió, entonces el viejo la llevó a rastras al estrado, se bajó el pantalón, del bolsillo de su chaqueta vieja y sucia sacó un preservativo que había usado la noche anterior y se lo puso como gorro. La desnudó con desesperación, le quitó las bragas y tiró el calzón hacia el público. La violó sin piedad hasta el amanecer.
Desde entonces, el viejo y la señora De los Pájaros fornicaban cada mañana detrás de la Catedral, antes que sea las doce de la noche.

Texto agregado el 29-10-2012, y leído por 214 visitantes. (1 voto)


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