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PASAJES DE INFANCIA (Novela) - Cap. II

LA VIEJA CASA

Después del primer recuerdo de la leche de cabra, una de las cosas que yo más añoro es la vieja casa, de techo bien alto cobijado de canas y piso de madera sostenida en altos pilotes de pino duro y grueso. La casa era grande, de terraza de visitas y aposentos bien amplios, cubierta de tablas de palma en los lados y con escalera de palos bien pulidos y gruesos que conducía a la sala espaciosa. Espesas cobijas de canas albergaban golondrinas que anidaban y sacaban sus huevos, dejando caer, a veces, los pichones al suelo.

¡Qué espectáculo tan maravilloso, ver como la mamá golondrina volaba desde su lecho y llegaba hasta el ras del suelo para recoger a su cría!

El piso era alto y de madera. En ocasiones, duraba allí debajo horas enteras, recostado sobre la tierra fría y seca, y en él se sentía la brisa fresca que emanaba del monte, observando quizás a un viejo lagarto que me miraba. Vivía tejiendo allí un mundo nuevo, lleno de sueños y fantasías de antaño, donde podía encontrar juguetes y cosas viejas, quizás de cuando mis tías eran pequeñas. Muñecas rotas, con ojos saltones y sonrisas extrañas, pedazos de telas sucios, maltratados por los años, motas, botones, monedas antiguas, y muchas cosas más que hacían brotar mi imaginación.

El patio era amplio y fresco, lleno de flores eilvestres y olor a jazmines cuando era la época; regado con la arena traída del río o con tierra amarilla cargada de las lomas; dos altos robles, y cedros, con lagartos verdes y lánguidos que me hipnotizaban; cigarras que chillaban sin cesar con el sol de la mañana y al atardecer, en los jazmines y en las altas ramas. Mariposas variadas multicolores, colibríes y caballitos del diablo (como decíamos los niños de la época). Me acuerdo también de aquel árbol grueso de flores anaranjadas, situado en el frente de la casa. Era un árbol muy sufrido, y le llamaban el flamboyán, digo que era muy sufrido porque casi siempre todo el que pasaba le dejaba como recuerdo un machetazo, o un golpe con cualquier otro objeto que se llevara en la mano. Recuerdo una vez, habían muchas personas reunidas en el patio de la vieja casa, y uno de mis tíos hizo una adivinanza. Él preguntó que a cuál de los árboles le llamaban “el de los machetazos”, pero nadie respondió. Así que se trataba del flamboyán, que permanecía allí sufrido y en silencioso ante los ojos de todos.

A la entrada del monte, te encuentras de pronto con el tronco imponente de la mata de anacahuita, con su amplio follaje; con grandes piedras de blanco alrededor y piso amarillo regado de arena. Le rodeaban también muchos bancos pequeños de tablas de palma pintados de cal. Según cuenta mi abuela, ese era el parque donde jugaban mis tías cuando eran pequeñas.

!Cuán hermosos y dorados no serían también aquellos años en que yo no había nacido, cargados del recuerdo y del aroma del campo en tiempos pasados! Cómo me hubiera gustado vivir y disfrutar también de aquella época.

De mis "PASAJES DE INFANCIA"
Para Anabel, Aidée y Édely

Texto agregado el 28-10-2012, y leído por 214 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
04-11-2012 Es bueno viajar al país de la infancia y zambullirse en los recuerdos, más si uno vive en una cultura diferente. Saludos cordiales. mardanw
29-10-2012 Vivir con costumbres sencillas, que unen la familia en un poblado natural silvestre,lleno de recuerdos, que maravilla!! Azuliz
 
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